
PITÓN IZQUIERDO Los nombres de los ocho toros compusieron una despedida de cariño: Personaje Non. Siempre Alegre. Pepito Pepe. Corazón Grande. Inolvidable. Hermano Querido. Te recordaré. El azar no redacta tan bien los adioses. El primer toro de Saldívar (4º de la tarde), llevó un nombre raro: Cañandunga.

PITÓN IZQUIERDO El Zapata, en lo suyo. Tiene la consistencia de los maestros; tarde con tarde muestra la técnica, las ganas y asusta con su valor. Su primero fue protestado tal vez por compararlo con el anterior y a pesar de haber pasado con media puya, enganchó al diestro de la taleguilla y le hizo girar dos veces en el aire como molino de viento. Luego del costalazo, lo buscó. Se salvó Uriel Moreno y nos dio una demostración de enjundia. Una oreja. A su segundo tuvo que torearlo con otro traje. Le dio unas chicuelinas de las que sobresalió la primera, que fue a la altura de los muslos. Óle. El picador Morales recibió aplausos merecidos. Dos orejas.

PITÓN DERECHO Talavante empezó con el primor de sus verónicas. Auguraba más, pero no fue así. Los banderilleros olvidables. Luego con muleta bajaba de más la mano y nos quedó la impresión que no entendió al toro y que no quiso bregar. Con su segundo dio muestra de lo que es el mando, a pesar que La Bella Airosa empezó a hacerle honor al apodo. Talavante con las verónicas, los doblones suaves y la izquierda prodigiosa y la derecha no se diga, mandó las embestidas como los privilegiados lo hacen. Una oreja muy merecida que pocos pidieron, tal vez por el pinchazo.
PITÓN IZQUIERDO Saldívar empezó con verónicas templadas muy a su estilo elegante. Los derechazos con la muleta, superiores. Los naturales luminosos y con tanto mando que el aire no pudo desmerecerlos. Nos obsequió una tanda con la derecha que para rematarla, cambió de mano y termino con un natural. Tal vez el pase más memorable de la Feria. Óle.

RECORTE FINAL Una tarde, narrada en este espacio, Talavante engastó arrucinas con vitolinas en hermosas evoluciones, ante un toro serio. Lo hizo, para deleite de miles, varias veces. Esas talavantinas parecieron que iban a reaparecer e iluminar la tarde, la feria, la temporada pero todo quedó en una arrucina superior.