

PITÓN DERECHO El Juli afincado en la cima del Monte Taurus, ahí donde llegan los estetas del toreo, los que buscan la perfección, que aplican la ortodoxia taurómaca a cualquier toro, que no esperan al animal a modo y que pocas veces le interrumpen el pase porque tiene el bendito don de la improvisación, sin llegar a la extravagancia: se trata del As de los toreros apolíneos.
PITÓN IZQUIERDO Las dos figuras alternarían el encierro con Alejandro Talavante quien por su parte, es depositario de un talento que puede llevarlo fácilmente a disputarle a El Juli el puesto o, si lo prefiere, puede orientarse a los territorios de Morante y José Tomás, porque nos parece que le alcanza el genio para hacer lo que quiera; tiene pasta para ambos derroteros: el apolíneo o el dionisiaco. Habrá que recordar sus Talavantinas que es una templada amalgama seriada de vitolinas con arrucinas.

PITÓN DERECHO Al despedirse rumbo a cuadrillas, el público dictamina: A Morante le recuerdan con silbidos su dependencia del toro. A El Juli se le reconoce la consistencia, su voluntad y su profesionalismo que se aplica a lo que salga por toriles; que si no se puede hacer arte con los cornúpetas, los lidia. Es lo que hizo y lo que se le festeja. Los aplausos a Talavante fueron, nos parece, por su juventud aún sin encarrilarse, la necesidad que tiene todavía del toro a modo. Su creatividad necesita la cooperación del toro noble, con recorrido. Nos parece justa la despedida a los tres. Creemos recordar que los arrastres no fueron pitados.
PITÓN IZQUIERDO En otra tarde posterior vimos con aliento suspendido el peligrosísimo taponamiento que hicieron los apretujados corredores a la entrada de la arena y cómo los toros y cabestros arremetían espeluznantemente. Uno de los peones ayudó a desviar el encierro hacia la arena. Salvó a muchos que estuvieron expuestos durante momentos angustiosos a los pisotones humanos y empujones de los toros, éstos de más de media tonelada y en puntas.
GAZAPEANDO Pues bien, pasadas las horas diligentemente el entrevistador ubicó al peón y ante cámaras y micrófonos hizo la presentación mundial de ¨Un héroe anónimo, que se llama José ¨ (Sic) y dio los apellidos que hemos olvidado.

RECORTE LENTO Todos los humanos hospedamos los genes del disparate, los bichos de la equivocación. Los que se desempeñan con el micrófono y cámaras, los que escribimos, los que atornillan las bisagras de los ruedos; los que llevan una vida calmada. Pero quienes tienen la vocación de hacer arte frente al toro, vestidos de seda y oro, cuando se equivocan, se llevan el recuerdo en el cuerpo para el resto de su vida, que puede finalizar esa misma tarde.