TOQUE DESDE LEJOS Leer esta novela
es abordar un libro de doble travesía; la primera nos lleva con sus páginas
hinchadas de inspiración, siglos atrás, hacia el asedio de Barcelona que
culminó en 1714, durante la guerra de
sucesión monárquica. Luego, tal vez sin la intención franca de su autor Albert
Sánchez Piñol, el segundo trecho nos trae al 2014, también a Barcelona la bella,
que encontramos bajo otro tipo de asedio, que ya significó la enésima frustración
en su entrañable afán independentista.

¡AL TORO, AL TORO! La anterior parrafada
tiene cabida entre estos pitones, por dos razones: primera: la agenda de la
separación de España incluye la abolición de la fiesta de los toros; una de esas
costumbres populares que están de más en
el ideal de la independencia catalana, y la otra razón es que hablar de toros
es nuestro gusto.
PITÓN DERECHO Como recordarán los taurinos y los anti taurinos La Fiesta fue
prohibida el año pasado en Barcelona. A partir del hecho afloró más el júbilo
de los que disfrutaron el chasquido de una liga reventada que los ceñía a
España, que la algarabía de los animalistas que fue mínima, tal vez porque la industria
de los artículos y alimentos de origen vacuno no aminoró el tableteo de sus certeros
Pistones Cautivos.

PITÓN DERECHO Hace 300 años a miles
de beligerantes y civiles les acortaron sus vidas. Es la bienvenida diferencia
con el actual asedio de Barcelona; todos sobrevivieron VICTUS Barcelona 2014. Aquellos
creyeron que con sus vidas lograrían la paz pero, como lo escribió Sánchez Piñol,
sólo los que mueren en batalla ven el fin de la guerra; los que se salvan
tienen que vivir con el presagio de la siguiente.
PITÓN IZQUIERDO Con el tiempo aumentará
la intensidad de la reyerta por la independencia, o tal vez amainará, pero no
se extinguirá antes del Juicio Final. No se puede adivinar la colocación, a
corto plazo, que haga el azar de las piezas revueltas; o si haya un pliego ya
grabado que develará el mensaje al final de los calendarios. Se desconoce La
Palabra que se dictará a la sufrida y eficiente Waltraud pero lo que escriba en
la última página, como siempre ha pasado en los textos de La Historia, no dibujará
sonrisas en todos los labios.