PITÓN DERECHO Guadalupano, el agraciado por el indulto, fue fijo, lento y noble. Tal vez en ese orden. Castella detectó esos rasgos y lo toreó aprovechándolos diestramente. Al día siguiente un comentarista le menguó mérito a la faena por la boyantía y falta de bravura demostrada ¿Ese es un toro bravo?, preguntaba una y otra vez ante las imágenes que replicaban la coreografía de un pas de deux inolvidable.
PITÓN IZQUIERDO Se podría añadir que el toro indultado no demostró fuerza ni bravura frente al bridón acojinado, tampoco “hizo el avión”. Y es aquí donde queremos adentrarnos al cogollo del asunto. Necesariamente el público, incluidos los usuales conocedores, no ignoraron la cisión intrascendente, las débiles manos y la nobleza del toro, rayana en la inocencia de un novillo adelantado. Aún así, el alborozo fue multitudinario y se pidió el indulto. ¿Por qué?
PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ Porque nada hay tan irresistible como una idea cuyo momento histórico ha llegado. Señores, llegó a los tendidos la preferencia del público por un toro que pareciera haber sido picado antes de hacer su salida, para ahorrarse el espectáculo. Ese gusto empezó a tomar forma, tal vez, desde que acolchonaron los caballos y, una vez protegidos los corceles, siguieron las rechiflas a los piqueros cuando aparecen en la arena, antes de medio cumplir su tarea.
DESPLANTE Esto es, los del castoreño ya hace años que son censurados antes de que lo merezcan. Su rudeza necesaria para los toros de antaño, ahora es percibido como rezago anacrónico de violencia innecesaria ante toros que fueron creados para colaborar. Nosotros estamos por las corridas rojas. Y las corridas rojas necesitan un toro bravo. Por eso al

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