
PITÓN IZQUIERDO Si partimos de
la idea que torear es templar la bravura, no aprovechar el viaje, entonces
lo que confirmamos en ese lance y muchos otros en la infinidad de tantas
tardes, es que se puede iniciar el temple desde lejos, porque desde aquí puede calmarse
la brusquedad del trote que viene de allá, con la lentitud de piernas, de
brazos y luego cintura para imprimir así, el ritmo del torero. Templar desde
lejos.

PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ Otras tardes se ha visto como al dejarse venir
el toro desde allá, en línea al cuerpo, el torero saca al toro de la recta con
un ¨toque¨ y el burel, al hacer por el movimiento baja la velocidad atendiendo el
nuevo rumbo del engaño y algunas veces, para
regocijo del aficionado, humilla y ¨hace el avión¨ al ser templado en el
dominio territorial del torero. Óle

PITÓN IZQUIERDO Mantenemos la
idea de que torear es templar la bravura, no aprovechar el viaje.
PITÓN DERECHO Esta afirmación es
el resultado de los cambiantes gustos de aficionados, de los tiempos, de
los ganaderos y hasta es del beneplácito
del público ferial que, por otro lado también sigue aplaudiendo al torero habilidoso,
aquel que simplemente utiliza la embestida.

PITÓN DERECHO En La México, el 9
de febrero del 14, El Zotoluco con un toro sin recorrido, que no embestía a las
primeras, en lugar de machetear para avivar una acometida que él pudiera atender
con la muleta, varias veces se puso en pausa frente al toro inmóvil, formando ambos
un grupo escultórico. El engaño quedaba adelantado y a los cinco segundos le
regresaba la genética al toro y embestía, diríamos que a regañadientes. El
Zotoluco daba pases lentos; varios de ellos gustaron.
PITÓN DERECHO Se trataba de un
toro tan apoltronado que al embestir en realidad parecía salir de su indolencia
para ver qué pasaba. El torero enterado de los esporádicos andares cansinos procedió,
en cada uno de ellos, a beneficiarse lentamente del viaje, no a templarlo; no
fuera que se cayera el animal.