martes, 6 de diciembre de 2022

YO ESTUVE AHÍ

 
El Matador Sebastián Castella ha invitado a los que somos confesos taurófilos a que ¨salgamos del closet¨ y manifestemos a campo abierto nuestra afición a la Tauromaquia. Ya van varios años que la conspiración animalista ha estado vociferando sin aceptar diálogo afuera y dentro de las plazas exponiendo su preocupación por la vida de los animales que se torean. Por nuestra cuenta en ocasiones los defensores de la Fiesta manifestamos con exhibiciones en algunas corridas cuando damos una inofensiva vuelta al ruedo extendiendo inmensa lona con gritos favorables a la Fiesta, pero lo hacemos dentro de la plaza frente a un público que por su presencia en el evento no necesita de arengas para disfrutar del rito. En inglés hay una expresión de sorna para esos intentos de convencer a los convencidos: Preaching to the chorus, arengando a los corifeos. En español podría ser: Entusiasmando a la porra. Por eso el llamado del Matador Castella tiene sentido: ¨salgan del closet¨.


No es un asunto menor defender abiertamente la Tauromaquia. Hay legiones de humanos que en todo el mundo han estado sometidos durante un siglo a la zoología disneylandesa en donde los animales de selvas, estepas, tundras y llanuras NO SON ESLABONES DE LA CADENA DE ALIMENTOS y sobreviven sonriendo y parpadeando como humanos sin necesidad de matar a una alimaña menor para obtener la proteína necesaria. Este domingo 27 de noviembre de 2022 que por cierto no tendremos una corrida de toros en la CDMX, el presidente AMLO nos ha invitado a sus seguidores a manifestarse en una concentración que se anticipa multitudinaria en la ciudad y que sería un escenario temible y muy apropiado para ¨echarle ganas al asunto¨ y manifestarse pro-taurino haciéndole caso a Castella. Consecuentemente diseñé una camiseta con la leyenda SOY 47 (Un toro dibujado) SOY TAURINO. Me dispuse ir a la marcha.



Salí de la central de autobuses de Pachuca, Capital del Estado de Hidalgo a las 9 horas de ese domingo 27 de noviembre de 2022. El trazo de la ruta contratada va desde la central de autobuses pachuqueña hasta la estación de Indios Verdes, al norte de la antigua Mexico-Tenoshtitlan. 40 pesos, unos 2 dólares al cambio actual. De ahí no tenía idea de la forma de acercarme a la Avenida Reforma y luego al Zócalo. Estaba seguro de llegar y no me preocupaban los detalles. Tengo 89 años y una salud alentadora de proezas similares y no uso bastón, estreno una camiseta pro taurina y por momentos me enardece mi afición y preparo algunas frases demoledoras en caso de que me increpen los animalistas. Órale.

Dos horas y media de viaje, en autobús sin tener una idea clara, pero si la certidumbre del tipo de aglomeración que pudiera hacer espeso el tráfico.  Mi interés es llegar al Zócalo. Se trata de la celebración de los 4 años de haber empezado la transformación de las conciencias de los ciudadanos del país, provocada por el gobierno del ¨Mesías Tropical¨ según lo degradaban los oponentes, pero según otros y yo soy uno del ¨Rescatador de la vergüenza nacional¨. El caso es que la mayoría vislumbraba una fecha histórica.

¿Se inundaría el Zócalo de seguidores? Fueron 1.2 millones según informes posteriores.

¿Alcanzarán los acarreados a dar imagen de convencidos? Fueron 1,2 millones de acarreados. 

Eso se vería posteriormente. En mi caso sería la tercera oportunidad de diluirme con la muchedumbre sobre la gran plancha del Zócalo. La primera fue cuando se festejó la Toma de Posesión en diciembre de 2018, Al año siguiente la celebración del Primer Informe en 2019 y ahora, en esta tercera fiesta por los cuatro primeros años de convulsión emocional de sus seguidores entre los cuales estoy. Habría que añadir otra efeméride: el día de la inauguración del AIFA lugar al que llegué después de una emocionante y desconocida ruta desde Pachuca hasta el flamante Aeropuerto de la tlayudas, ajeno a las críticas de los obnubilados no por sus lágrimas sino por resquemor de sus patrones enardecidos de envidia.


Bien. A los veinte minutos de salir de la Central de Pachuca el chofer tuvo a bien detenerse en una subestación y descansar una media hora. Yo avezado a tales decisiones arbitrarias de palurdos inconscientes consideré que la marcha a la que iba duraría unas 5 horas por lo que llegar media después, no marcaría mucho en la jornada. Pero tal idea no la compartió un viajero quien bajó a reclamarle al chofer su somnolencia. Seguimos al poco el viaje a una escalofriante velocidad compensatoria. Llegamos a Indios Verdes a las 12 horas y me informaron que la estación más cercana al Zócalo era Peralvillo, unos 3 kilómetros de caminata hasta el final del peregrinaje. Las calles poco transitadas, daban la impresión de abandono. ¨Está cerrado el tránsito¨ fue la respuesta reiterada de los agentes de policía a quienes les pedía cada cuadra, informes.          

Llegué a Peralvillo por medio de vehículo superficial, a partir de ahí sólo el Metro funcionaba, pero sin salir a flote en el Zócalo. Preferí la caminata que a mi zancada octogenaria sería de unos tres cuartos de hora para resolver esa distancia hasta la Torre Latino que se perfilaba a lo lejos. Empecé la caminata abriéndome paso no entre la muchedumbre que aún no se compactaba sino de los olores de las fritangas incitantes que me recordaban que mi desayuno había sido franciscano. De Peralvillo pasé por Tepito donde hacía 89 años mi madre me había parido en una vecindad de la Calle Jesús Carranza de la que no tuve idea de qué tan lejos había ´pasado cuando llegué a la esquina de 5 de Mayo, con la antigua San Juan de Letrán.



En ese cruce ya las filas de curiosos acotaban a los manifestantes obradoristas que ondeaban banderas, enseñaban cartulinas manuscritas y otras diseñadas en imprentas. La gritería era rítmica y de apoyo indistinto a AMLO, la 4T: ¨Si que sí, no que no, no que no íbamos a salir¨ ¨Es un honor, estar con Obrador¨. Me quité el suéter y expuse mi afición. Un manifestante leyó mi pecho, pero siguió su grito Obredorista.

De ahí ya dentro del tumulto, me dejé llevar con paso octogenario al Zócalo; Mi tranco ya no es el de antes y además la multitud de corifeos estaba muy espesa. Apretujado con la emoción quise unirme a una cantata, pero se me atragantó el grito y las lágrimas me empañaron la mañana así que no pude corear. Seguí sin embargo la marcha multitudinaria al Zócalo. En dos otres ocasiones trastabillé, pero los cuerpos apretujados de quienes me rodeaban no dejaban que perdiera el equilibrio total.  ¿Quién más habrá leído mi camiseta? Me sentí como un grano de maíz individual que no   puede desprenderse de las filas de una mazorca. A partir de la avenida La Palma faltaban unos 150 metros a la Plaza de la Constitución que la compacta barahúnda hizo que gastáramos unos 25 minutos. Por la banqueta fluía una hilera de quienes ya regresaban del Zócalo, pero el frente de quienes nos acercábamos era de quince metros.

¨Es un honor, estar con Obrador¨-   En el corto trayecto encontré inválidos en sillas de ruedas agitando banderitas de apoyo y mujeres con pañoletas del evento, amamantando a sus críos. También vendedores de artesanías con sus productos colocados sobre manteles que milagrosamente se salvaban de los pisotones. 

Me hidrataba con pequeños sorbos de la botella de agua y me extendía la camiseta arrugada. También tuve la necesidad de atender los efectos diuréticos asunto que resolví sin problema habida cuenta de las cantinas, restoranes, fondas, mingitorios. La mochila a mis espaldas estaba muy nutrida con artículos para la lluvia pronosticada que sospechosamente no se presentó y la protección para algún imprevisto frente frio. Apretado por todos lados tenía que caminar erguido en un andar estirado sin tener que inclinarme hacia enfrente. Así que cuando se abría algún espacio para el tranco normal, las articulaciones del fémur con la cadera me recordaban extrañamente que algo no estaba normal. ¨Es un honor, estar con Obrador¨



En llegando al Zócalo me escabullí o mejor dicho me disparé como piloto de avión en picada y salí a campo abierto, sólo para encontrar que la totalidad de la sillería dispuesta ya estaba ocupada por madrugadores. La espesura ya no era tan impenetrable, pero me impidió, después de 20 minutos de intentarlo regresar por Tacuba a la Alameda. Paseé mi consigna taurófila sin que alguien la hubiera aprobado o rechazado. Muchos la leyeron estoy seguro, pero tal vez la ¨emoción democrática¨ no les permitía reprocharme o aplaudir mi salida del closet. Decidí el retorno por la misma 5 de Mayo, lo que no resultó muy fácil pero si más expedito que el viaje previo en sentido contrario. Ese tramo de el Zócalo a La Alameda, seguía ocupado por una anaconda monstruosa y gritona. Una familia que me atrevo a definir como Fifí ya que estaba compuesta por una pareja pulcra y tres chiquillos endomingados observaban el tránsito de los vociferantes. La pareja parecía estar en una postura que los lectores del lenguaje corporal pueden definir como de observación despectiva.  Tenían sendas huellas blancas en las muñecas de relojes dejados en casa ¨por si acaso¨. Ella de ojos considerables leyó mi camiseta y luego los elevó con todo y pestañas hacia mi rostro.  Fue momentáneo el encuentro, pero suficiente para que lo haga yo duradero en esta narración. Llegué al Hemiciclo a Juárez como a las tres de la tarde. Desde las 6 de la mañana estaba despierto y sólo con el refrigerio de un pequeño bloque de arándano y medio litro de agua. Me sorprendió saber por la gritería que AMLO precisamente estaba pasando frente al monumento. Me acerqué a tomar un video, pero la pared humana impenetrable no me dejó acercarme y ni siquiera me dejó verlo. Subí el celular para tomar una vista aérea con la esperanza de captarlo, pero la imagen resultó ser una foto fija, cuyo principal objetivo AMLO había sido bloqueado por un manta de apoyo que puede leerse sin dificultad.



Tomé el metro rumbo a la estación Revolución, pero no estaba funcionando. Otra media hora para regresar lentamente a la Alameda y tomar el metro hasta Indios Verdes. Una hora de viaje para abordar finalmente el autobús a Pachuca a donde llegué hambriento y satisfecho con la marcha cumplida y la camiseta desplegada. SOY 4T / SOY TAURINO y un toro. En los brazos tengo una docena de moretones que no duelen, aunque marcan la edad y falta de masa muscular. Cené unos chiles rellenos recalentados envueltos en tortillas y dos copas de vino. Son las 20 horas y la cama es misericordiosa.

La Higa, Mineral de la Reforma, Hidalgo.

27 de noviembre de 2022.

 

  

 

 

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