PITÓN DERECHO Y acontece que a
los aficionados se nos fija en la memoria visual el quehacer estético de algún
torero; y no se nos borra. Misterio. Se genera la sumisión personal y quedamos convertidos
en sus seguidores. Tomamos por cuenta nuestra la difusión y defensa de tal
concepto artístico. Emprendemos viajes arrebatados a otras ciudades para refrendar
el apego al éxtasis y atestiguar el ritual del torero que lo genera.
PITÓN IZQUIERDO Claro que hay
otros toreros que nos interesan y respetamos, pero el nuestro nos trastorna, nos lleva al estupor. Nos
tiene.
PITÓN DERECHO Guillermo H. Cantú
cayó en cuenta que cuando Manolo estaba bajo el sol, sobre la arena y frente al
toro tomaba sus pausas para ensartar lentamente como joyero, una tanda con las
siguientes. Y era precisamente el espacio en que nosotros en los tendidos casi
sin respirar cultivábamos los óles que después adornarían los pases del
Maestro.
PITÓN IZQUIERDO En el caso de José
Tomás él se toma meses de preámbulo para someternos, finalmente, al cautiverio
de su alto oficio. No son instantes sino semanas de peregrinación sobre las
brasas de la reventa a lo que estamos obligados, para verlo. Desde aquí hasta Juriquilla,
Querétaro, luego al año siguiente a la Feria de San Marcos, en Aguascalientes. Antes a Nimes. Antes a Valencia.
PITÓN DERECHO Este sábado regresa
José Tomás a las arenas sobre las que empieza a ser figura. Hay clamores en la
calle porque no hay entradas. Regresa José Tomás después de cuatro años y con
varios litros de sangre de mexicanos en las venas; vuelve a donde los requirió
por la cornada de Navegante. Al
saberse el cartel, se activan los teclados en los sitios electrónicos para
conseguir boletos y un batir de puños en las ventanillas cerradas. José Tomás
volverá a torear y todos queremos ser uno de los 16 mil afortunados que lo
vean.
PITÓN IZQUIERDO Se hace el
paseíllo. Los toreros conscientes que podría ser el último, pisan cruces que
ellos mismos trazan. El público se da por afortunado por ver el desfile de esta
tarde y espera el de mañana, que encabezará El Juli. Por el momento la comitiva
se dirige al burladero y lo hace como si fuera a la muerte, con la lentitud que
roza el letargo para cumplir con el destino.
PITÓN DERECHO Estamos ya en el
bullicio. En el ruedo se da el hervor de la gran faena y el tropel de corazones
de la Vieja Guardia, curtidos por tantas corridas, galopa rumbo al infarto. Se
despliega una catatonia multitudinaria, pasmo en el tendido, éxtasis de
muchedumbre, euforia de las legiones extranjeras. Estupor público porque José
Tomás torea como nunca, como siempre.
PAUSA Así es la muerte: cuando
nos roza, nos afecta como nunca; cuando es lejana, la vemos como siempre. El
torero es el único artista que puede morir por serlo. La muerte simple cumple
con el rango de natural, cuando llega en la vejez. En los demás casos es llana
advenediza del accidente o del malestar terminal. Lo natural es morirse de
viejo- Cualquier otro mutis final trastoca el orden. Menos la muerte de un
torero sobre el ruedo; morir entre los cuernos, es fenecer en las orillas del
arte; es la muerte artística.
PITÓN DERECHO Recordemos que la
Palabra no mata al Literato. El Músico no sucumbe mortalmente ante el ritmo, ni
la melodía, o la armonía con que apresa el Sonido, su elemento esencial; ni la
Coreografía mata a la Prima Ballerina, ni
el Arco Iris al Pintor.
PITÓN IZQUIERDO Pero si
Matajacas a Montes, Chicharrón a Gaviño, Michín a Carmelo. Cobijero a Balderas.
Tal vez por eso resulta casi aterrador el sentimiento que genera José Tomás y
que bien va con El Concierto de Aranjuez, de Rodrigo. Sus roces con la muerte
duran pocos latidos. ¿Será que en la vida todo sea efímero y denso como esos rasgueos,
como los pálpitos que me desbordan, como fue ella y también como fueron y serán
los amaneceres, como son los pases de José Tomás?
RECORTE La recurrencia de lo
efímero hace que valga la pena una larga vida. Órale.
PITÓN DERECHO José Tomás está
toreando. ¨El hijo prodigio regresó a casa¨
nos recuerda una manta puesta por el Grupo Taurino por Amor al Arte. Su soledad
sobre el ruedo nos sobrecoge con la inminencia de la cornada íntima, como la
cuchillada de Borges. Quedamos arropados por aquel pase en que nos puso en el
centro de la circunferencia eterna. Con su ministerio ha convertido la
muchedumbre feriante y ruidosa, en una asamblea del arte.
PITÓN IZQUIERDO Como ya está
aclarado: filosofar es pensar en la muerte. El torero piensa en su muerte al
torear. Entonces, torear es una forma de filosofar y los espectadores filosofamos
en carne ajena.
PITÓN DERECHO Ninguna de las materias
primas, dijimos arriba, mata al taumaturgo que les da forma; salvo el torero
que tiene en la bravura de Navegante
la inminencia de la cornada final. Al Arquitecto Urbanista no lo mata la Visión
del Espacio que ha de limitar con su proyecto; ni al Escultor la materia
plástica de su concepción. El Torero sí puede morir frente a su materia prima,
la Bravura del Toro. Es un artista que nos trasmite el misterio singular de
exponerse para lograr belleza. Y ahí está José Tomás en la penumbra de la muerte
para descubrir la luminosidad de la tauromaquia.
PITÓN IZQUIERDO Lo sólito de
experimentar un portento es que cuando uno lo comenta, en la sabrosa tertulia
inmediata, con vino de la región, bocadillos de ensueño, rodeado de sabihondos
que nos ponen en nuestro lugar, vuelve uno a lo cotidiano, desaparece el prodigio
bajo las palabras y el comentario interminable resulta insulso como tortas de
jícama y tacos de avena.
DESPLANTE FINAL Mañana empieza
la espera para la siguiente.
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