Para Armando Moncada, aficionado de Torreón
PITÓN DERECHO John Reed nos descubrió muchas facetas de la
personalidad de Pancho Villa cuando hilvanó una serie de reportajes acompañando
al llamado Centauro del Norte, hace unos cien años. Una de tantas experiencias compartidas
sirvió para incluir a Villa en el catálogo de los aficionados a la fiesta brava.
Ahora leemos a Elías Torres, otro reportero extranjero que sigue a Villa en
algunas de sus hazañas. Particularmente los días previos a la derrota final
ante Obregón, que se origina, dice Villa, por el flujo de armas que los proveedores
le interrumpieron a él y que canalizaron a las fuerzas de Obregón.
PITÓN IZQUIERDO En el libro Hazañas
y Muerte de Francisco Villa, de
Elías Torres hay una narración espeluznante. Hubo un novillero llamado
Nacho Gómez que fue hermano de otro torero, éste más famoso, que se llamó
Merced Gómez quien, en una reyerta con un español, recibió un puntillazo en una
pierna, que tuvo que amputársele, con lo que terminó su carrera taurina, pero
no la política porque llegó a ser presidente municipal de su pueblo, donde
existe una barriada y calle con su nombre.
PITÓN DERECHO La ignorancia de Torres con respecto a la fiesta taurina
es irritante: habla de toros y de novilleros pero les dice matadores a Gómez y a un sobresaliente. Lean esto: “El propio
Baudelio Uribe asistió en el cuarto que ocupaba Nacho Gómez en el Hotel
Francia, a la escena de vestirlo con el traje de luces rojo y oro, como para
demostrar el bravo novillero que vestía el terno más peligroso, ya que los
bichos es fama que atacan con furor esos dos colores.” Baudelio Uribe y otro
militar Contreras villistas ambos, eran grandes aficionados taurinos y estaban
alborozados contemplando el ascenso de
Nacho Gómez. Ellos organizaron el festejo.
PITÓN IZQUIERDO Nuestro autor olvida decirnos si Pancho Villa, que
estaba al acecho por aquel entonces en Torreón, asistió a la corrida, o tal vez
prefirió el reposo acompañado por alguna de sus esposas. Pues bien, este Nacho
Gómez, era considerado un novillero fulgurante con más categoría que la que le
habían interrumpido a su hermano y hasta, dice Torres, pensaban que pudiera
llegar a ser otro Rodolfo Gaona. Esa tarde iba a torear con Luis León, aquél
que había “alternado” con Villa, según recordé en otra fecha. Pero como no
consiguieron a León, Nacho Gómez toreó solo y un sobresaliente, de quien no se
dan mayores datos.
PITÓN DERECHO La plaza fue la de Torreón, con dos novillos de La
Osa, de cruza española y dos de Torreón de
las Cañas y ya cuando Gómez había tirado el capote de luces a la barrera
ocupada por Baudelio y se disponía a torear, Torres nos desinfla diciendo: “Pero
no voy a describir la corrida: cualquiera de mis lectores puede imaginarse una
buena novillada, bravos toros, valientes toreros, matadores de empuje, sol
radiante, bello el cielo y la alegría y
gritos y música y palmas por donde quiera…”
PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Nos queda algo de suerte porque Torres
recuerda que Nacho Gómez mereció las orejas y rabo de uno de los toros y había
sido el propio Baudelio Uribe quien, en un arrebato de euforia se descolgó de la
barrera para cortar él mismo las orejas del triunfo. Lo escalofriante viene
luego.
PITÓN IZQUIERDO Por esos días entre la tropa se presentía que Villa
sería derrotado por Obregón. Los rifles y granadas y otro tipo de implementos
estaban atorados en la frontera por una súbita prohibición que ahogaba a mi general.
Fue así como la desbandada de desertores empezó a desangrar la División del
Norte. Se inició la persecución y arrestos masivos y aquí es el turno de Baudelio
Uribe, quien de acuerdo a los bárbaros reglamentos castrenses aplicables en
situación de guerra, podría fusilar a los desertores capturados.
REMATE Pero él se inclina por atenuar la pena y cuando ya tiene un
centenar de ellos ordena que los desorejen, algunos de ellos sólo de un lado.
DESPLANTE Por su cuenta Gonzalo Santonja en Luces sobre una época oscura, rescata del piadoso olvido “la fiesta
más sangrienta que en España se ha conocido“. Sucedió en 1602 en Bibarrambla,
una plaza granadina y que costó la vida a 36 personas por unos toros
indefinidos que hirieron, además, otras sesenta. Estas muertes fueron
directamente acreditadas a los toros; en cambio el corte de orejas a los
desertores tal vez fue sugerido por la premiación prevista en la tradición del
espectáculo.
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