domingo, 17 de enero de 2010

PLAZAS DE SACRIFICIOS



PITÓN DERECHO La aparentemente más rara de las plazas en las que se ha llevado a cabo la fiesta taurina, es algún patio del Vaticano, en época del Papa Borgia, (Borja, pues era español) Decimos que aparentemente más rara porque, abriendo los libros sagrados leemos que el sacrificio de los animales dentro de la tradición judeo cristiana y greco romana y aún de otras religiones menos conocidas, es tema recurrente y parte de la reconciliación con Dios.
PITÓN IZQUIERDO Aún más, saliendo del campo de la zoología también las criaturas hechuras en semejanza de Dios, ofrecen en sacrificio su propia vida o de sus seres queridos con tal de atisbar la plenitud de la gracia, a través de la remisión de sus pecados, utilizando la sangre como medio de ablución.
PITÒN IZQUIERDO, OTRA VEZ No es pues, casualidad que en los rastros donde se destazan animales para posteriormente engullirlos en variedad de guisos, se hable de las reses que se SACRIFICAN, no que se ASESINAN para darle gusto al paladar. Se SACRIFICAN para mantener vivos a los humanos a sus ganaderos y a los artesanos que comercializan sus pellejos, pieles y cornamentas.
PITÓN DERECHO El mismo concepto de PATRIA, se refiere al legado de héroes y heroínas que se SACRIFICARON por las naciones. Muchos de ellos y ellas estuvieron de acuerdo o arriesgaron la muerte con tal de mantener una idea de los rectitud de la libertad y de otros mitos colosales que hacen que la vida merezca ser vivida. Paradójicamente esas criaturas señaladas prefirieron morir para que otros gozaran esa vida digna que ellos habían vislumbrado..
PITÓN IZQUIERDO Es decir, trascienden por su entrega. La inglesa Emily Davison, se enfrentó al galope de un caballo de carreras y murió en esa protesta en aras del movimiento feminista, en 1913. La abnegación no es solamente morir para que algo se logre, porque también se recurre a la vida misma, cuyos jugos vitales deben derramarse para lavar las máculas del pecado. La sangre no tiene que ser la propia, porque se toma una vida vicaria, del otro, para que los dioses se reconcilien con el pecador.
PITÓN DERECHO Se expían culpas con un chivo. Como dijo un conferencista extranjero, despistado por el idioma español: el chivo expatriota. O como alguien más cercano en tiempos y quehaceres, el chivo explicatorio. De ahí que la sangre del chivo, del cordero, de la paloma, del toro y su sacrificio sea una reconciliación con los dioses, en este caso los de la belleza. La idea de que el fondo de las corridas sea un sacrificio no está muy extendida entre las cofradías taurinas. No es parte de los comentarios. Aunque después de una labor taurina como las de Castella, Ponce, José Tomás los cofrades afortunados pasan de un estado de paroxismo desgañitado a uno de desahogo reposado.
PITÓN IZQUIERDO En el arte taurino algo queda de esa motivación atávica. Se percibe en las reacciones de los aficionados cuando está en proceso una faena de calidad, la exultación es de otra cepa y se distancia de los júbilos de otros espectáculos, (esos sí, deportivos) Esos gritos y porras no se parecen a los óles ni olés. La fiesta de los toros es un sacrifico que busca la reconciliación con la belleza. Si no hay belleza, y la gran mayoría de los toreros son parcos para lograrla, entonces a algunos la describen como un desolladero de animales.
PITÓN DERECHO Pero si se conmueve con una verdadera inmersión a las aguas de la estética, de la atávica fascinación por lo incomprensiblemente bello que es una verónica de Manolo o de Camino, de un pase de José Tomás o de El Juli, o una meditación cadenciosa de Castella frente a un manso, entonces vivimos la expiación de las culpas por medio de la siniestra armonía de los oros y los cuernos. Esta es la diferencia básica del toreo y otras formas de expiación; aquí es por de la muerte de seres vicarios, una vez construida la estética de las evoluciones de sedas recamadas de oro.
RECORTE Voy a sacrificar un animal en tu nombre. Pero antes voy crear belleza para que la muerte sea la culminación de la emoción que pone en peligro mi vida misma.
DESPLANTE El torero no es pues, un fakir con cuerpo ajeno, es un oferente que expone los muslos y el bajo vientre con tal de vislumbrar la belleza para que el sacrificio de uno de los dos sea la ofrenda a lo inexplicable.