sábado, 25 de septiembre de 2010

LA SANTA VERÓNICA REVISITADA

PITÓN DERECHO En esta más reciente visita a Madrid, visité a la Madre de todas las Verónicas a la cual hace tiempo le había dedicado una columna y que he adosado a ésta. Santa Verónica está en el salón alemán del Museo Thyssen-Bornemisza con la autoría de Derik Baegert, y ahí se narra visualmente el momento, clave para la tauromaquia, en que la piadosa mujer, después llamada Santa Verónica, presenta a unos caballeros el lienzo donde quedó grabada la imagen divina, en un ademán que le dio nombre a la suerte de capa.

PITÓN IZQUIERDO Tres de los cuatro evangelistas hablan de la corona de espinas (S. Mateo, S. Marcos, S. Juan), mismos que no mencionan mujeres en el viacrucis. En su oportunidad S. Lucas hace referencia a las Hijas de Jerusalén, en e episodio del viacrucis, pero sin registrar la corona de espinas. Eso quiere decir que Santa Verónica apenas está insinuada en los Evangelios.

PITÓN DERECHO Al consolidarse en el santoral católico, la piadosa mujer que enjugó el rostro divino, nos dio a los taurómacos, además de la vera icona, vinculaciones milenarias. Las tradiciones son tan fuertes como los eventos comprobados por el carbono 14. Por ejemplo, la manzana de Adán que no aparece en el Génesis pero muchos hasta la tienen atorada en la garganta, o los inexplicables ombligos de Adán y Eva que no faltan en ninguna de las pinturas con que nos recuerdan a nuestros ancestros. ¿Se imaginan a un Adán con hoja de parra, pero sin ombligo? ¿Y qué decir del Grillito Cantor, que es el único grillo verde?

PITÓN IZQUIERDO En esta nueva apreciación de Santa Verónica descubrí, como es usual cuando se vuelve a lo ya visto, un nuevo elemento. Resultó ser un panel, no una pintura sencilla. En el panel se acostumbra mostrar cuando menos dos momentos de la misma narración visual; en este caso son dos pinturas en las que aparece Santa Verónica con su lienzo, aunque no hay solución de continuidad en el escenario.

PITÓN DERECHO En primer plano se encuentra Santa Verónica, como había comentado, sosteniendo el lienzo, inclinando su cara y extendiendo los brazos para presentar el rostro grabado al espectador, lo que semeja el inicio de la verónica de frente. En el fondo de la pintura, pero en la otra mitad del panel, a lo lejos está un grupo entre el que se encuentra ella misma, ya con la imagen en el lienzo, mientras se ve a Jesús todavía camino al Gólgota.

PITÓN IZQUIERDO Esto es, en el primer plano aparece lo más reciente y en el fondo lo previo. Si fuera una película el momento anterior hubiera sido un flash back; como se trata de pintura, se hizo un panel. Para mi asombro este venturoso hallazgo enriqueció el acervo ya de por si extensísimo, de la pinacoteca taurina. Son dos pinturas las que captan el nacimiento de la verónica. Alguien menos devoto de la tauromaquia dirá que son simples pinturas como hay miles. Para nosotros fue un premio por haber estado absorto. ¿Alguien frente a la obra de Baegert, pintada en 1477 vería también lo que nosotros hemos admirado?

PITÓN DERECHO Puede dudarse. Un domingo en la tarde, un torero de cuyo nombre no quiero acordarme, fascinó a un compadre y entre los dos desglosamos la corrida con cervezas y vino de por medio y al final de la noche, caímos en cuenta que habíamos estado en distintas corridas, en una de ellas había participado el mejor de todos y en la otra un mamarracho que no podía torear más alejado y raudo porque se le hubiera dislocado el brazo, en el primer caso y salido borroso en la fotos, en el otro. Como testigos, hubiéramos sido descartados.

PITÓN IZQUIERDO Hay pues, dos historias en todo momento humano, una historia real, volátil, inasible y otra periodística o tertuliana: éstas entresacan los vestigios que encajan en la redacción del discurso oficial o las preferencias y una más, la escandalosamente distinta a las anteriores, que periódicamente se descubre y que tal vez no tenga relación con lo ocurrido. En el caso de Santa Verónica esta columna, sin pretensiones de historiadora, apenas ha encontrado evidencia alguna en las Escrituras. Pero el hallazgo pasmoso se ha multiplicado: aparece primero en 1477, luego en el mencionado museo, después en el barrio de Atocha, en donde preside una calle. Y, por si fuera poco, al ver las verónicas de Ponce, de El Juli, de Morante, de Manolo, de Camino, tiene uno que reconocer que en los vuelos de sus capas florecen flores raras y a la vez insinúan algo sagrado porque los toreros pueden suspender el tiempo real para que el aficionado pueda adentrarse en el deleite.

RECORTE Descubrí pues, “otra” pintura. ¿Qué seguirá? Hay que regresar a Madrid al menor pretexto y hacer la peregrinación a Santa Verónica. Y ya que hemos recortado la columna con ella, habrá que añadir a nuestra devoción la de los fotógrafos, pues es la Santa de ellos

martes, 21 de septiembre de 2010

LA MADRE DE TODAS LAS VERONICAS

PITÓN DERECHO Francisco Montes “Paquiro”, en su Tauromaquia Completa de 1836, dedica el capítulo VI a la suerte de capa y el artículo II lo integra con su idea "De la suerte a la verónica, o sea de frente." Por la forma de redactar este encabezado se deduce que en ese entonces era más conocido el lance como suerte de frente que como a la verónica. Leyendo artículo II, aprende uno que para realizar la verónica se citaba de frente, el torero se pondrá “…de tal modo que sus pies estén mirando (sic) hacia las manos del toro” y cuando el animal estuviera embarcado, se cargaba la suerte y se sacaba el capote debajo de los belfos sin mandarlo, sino más bien dejando que la inercia fuera la que hiciera el trabajo de volver a ponerlo en jurisdicción. .

PITÓN IZQUIERDO Eso fue en el siglo XIX y paralelamente a la larga sucesión de temporadas la verónica, como pase fundamental, fue variando poco a poco. Así fue como pasó de ser un modo de burlar las embestidas con el engaño movido bruscamente cuando el animal parecía engancharlo, al modo de crear belleza citando de perfil y llevando al toro con lentitud y languidez, antes de depositarlo en el terreno para disfrutar la repetición. Para muchos, es el pase de pases.

PITÓN DERECHO Claro que con un toro de embestidas descompuestas no se podría hacer algo más que los que hacía “Paquiro”, pero los señores ganaderos mediante los encastes, ligas y demás adelantos en la crianza, cambiaron al toro y con éste obligaron a los diestros a otra técnica de torearlos y de paso, les permitieron hacer un arte de lo que anteriormente era pura supervivencia defensiva.

PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Recordamos a El Calesero, Manolo Martínez, Paco Camino ya ausentes de los ruedos, inolvidables porque fueron orfebres del pase. Mariano Ramos, El Pana, Enrique Ponce y José Tomas, todavía en activo, no la describieron con palabras, que nosotros sepamos, sino que la ejecutan y detienen la duración del óle cuando las hacen florecer en medio de la tarde.

PITÓN IZQUIERDO El encanto de este pase estriba en que su tersura se da frente al toro en plenitud de hachazos, cuando aún no se le disminuye con las varas. El capote extendido y sedoso recibe el embate virginal del toro que no soporta la provocación y que ataca pero algo desvanece el capote y lo desaparece por momentos sólo para volver de nuevo a extenderse en el vacío, vulnerable, fácil de atacar.

PITÓN DERECHO Otro rasgo de este pase, es que de todos los que se practican frente al toro, es el único que se ubica en el principio, no de la tauromaquia sino del mismo cristianismo. La referencia histórica está bien documentada y resulta que el primer cite registrado de la verónica fue dado nada más, ni nada menos, que por una Santa. Santa Verónica, por más señas. Va la historia.

PITÓN IZQUIERDO Aclaremos; más que historia, es tradición católica. Camino al calvario una buena mujer enjugó la frente de Jesús y en el lienzo quedó la huella del rostro lacerado. Sería la única imagen real del divino rostro, la vera icona, la verónica. Luego se conoció a la piadosa mujer como Santa Verónica. Tiene su espacio en el santoral y varias capillas e iglesias diseminadas en el anchuroso mundo católico. Se dice que el manto auténtico está en San Pedro, en el Vaticano.

DESPLANTE Pues bien, el pintor Derik Baegert tuvo a bien pintar en 1477, casi 400 años antes que “Paquiro” escribiera su obra, un óleo de aproximadamente un metro y medio por dos de alto, en que aparece un grupo de hombres que rodean a una mujer quien tiene extendido su manto en el que se distingue el rostro divino. El cuadro original llamado La Verónica y un Grupo de Caballeros, está en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. La mujer está, como ya dijimos, presentando el manto con el rostro de Jesús y lo notable del caso es el lenguaje corporal que adopta para hacerlo.

PITÓN IZQUIERDO Tiene tomado el manto con los pulgares e índices y con las palmas al frente. Las manos separadas no más allá de la anchura de sus hombros. La mano derecha un poco más alta. Y el rostro inclinado sobre su derecha. Es decir la forma de iniciar la suerte, según “Paquiro”.

PITÓN DERECHO 531 años separan ese cuadro de lo que escribe M. Blasco el autor de la Enciclopedia Taurina de la A a la Z, quien solamente dice que el pase tiene el nombre de la Santa Verónica porque así presentaba el lienzo, pero no menciona el Museo ni a Baegert. En el barrio madrileño de Atocha, fortuitamente encontramos una callejuela con el nombre de la Santa. En la esquina tiene como identificador de la rúa un mosaico con ella y su presentación del lienzo. No es parecida a la de Baegert porque no es de cuerpo entero, ni está rodeada de mirones, pero da la idea.

RECORTE Amig@ taurómac@, cuando Usted llegue a Madrid, además de armar la tremolina y cumplir con la obligación de meterse en Las Ventas, mesones, figones, fondas y tabernas anexas que alcance a ver, visite también a La Verónica y un Grupo de Caballeros. Experimentará algo parecido a la languidez de una verónica frente a un toro que, aunque inexistente, embiste furiosamente y será porque al quedarse quiet@, a Usted l@ estará templand@ nada menos que la historia. Óle.

LA MADRE DE TODAS LAS VERONICAS

miércoles, 1 de septiembre de 2010

LO TAURINO COMO ELEMENTO DE NACIONALISMO

PITÓN DERECHO El arte taurino puede llegar a ser un componente de la identidad del grupo que lo practique. Por lo tanto, puede ser un elemento de nacionalismo en cuanto sirva de distinción y cohesión grupal cuando hay cotejos, que pueden llevar a enfrentamientos, con entidades distintas que no lo poseen. Tal ocurre con otras manifestaciones populares como el criquet, los deportes a caballo en los que el objetivo arrebatar el cadáver de una cabra a los otros jinetes. El ulama, la charrería, etc.

PITÓN IZQUIERDO En el caso que nos ocupa, los catalanes habían asimilado las corridas de toros, a la usanza española, y como están un proceso independentista la tauromaquia que es la ¨fiesta nacional española¨ tenía sus días contados y era un buen blanco y que además atrajo las simpatías de los protectores de animales.
PITÓN DERECHO Antes de la prohibición ya en Cataluña habían decidido multar a los que anunciaran su comercio en español. Han prohibido las corridas de toros y a diferencia de algunos grupos vascos que son violentos en sus aspiraciones separatistas, los catalanes lo hacen pergeñado las leyes conducentes. Este planteamiento legal, comparándole con el terrorista, promete resultados duraderos, aunque más tardados. Sin embargo las corridas de toros, a la usanza española en tierras vascas, continúan dando a la región un sello que se diferencia del resto del panorama taurino español. Ellos mismos se encargan de pregonar su Feria. Mientras tanto en Catalunya estarán prohibidas a partir del 12. ¿Por qué los vascos no sienten en riesgo su identidad realizando corridas de toros a la usanza española? ¿Por qué los catalanes sí?

PITÓN DERECHO, OTRA VEZ La Feria de Bilbao nos hace ver que las cornamentas amedrentadoras aun en el arrastre, son indispensables para que el arte taurino se eleve a emoción trágica. El miedo pánico que se hincha ante media tonelada encornada, se armoniza con la coreografía que lo amalgama en una casi inefable emoción única. En esta Feria de Bilbao, en el país vasco, cinco veces tuvimos que interrumpir el arrebozo porque resultaron heridos, con mayor o menor seriedad, cinco toreros.

PITÓN IZQUIERDO Los bilbaínos se ufanan, justificadamente, del tamaño de la cuerna, de la seriedad de las caras, de la báscula honesta comparando sus encierros con los lidiados en otras ferias. Los comentaristas (Muñoz, Caballero, Chenel), fueron de primera por su experiencia como toreros. Los apuntes que hacían de momentos claves fueron estupendos. En alguna ocasión que por nuestra ignorancia lo que se daba sobre la arena no tenía elementos novedosos, ellos con dos o tres observaciones transformaban lo ¨trivial¨ en enseñanza. Lo que habían aprendido esforzadamente nos heredaban generosamente.

PITÓN DERECHO Tenemos que recordar que ya algunas veces lo hemos dicho: Nosotros los mexicanos hemos suavizado dos de las importaciones españolas: el habla, que no nos sale tan áspera, y la embestida de los toros, tan suave que obliga a torearlos con temple. Pues bien, esos comentaristas mencionaron el temple mexicano en varias ocasiones. Aunque también el tamaño y presencia de lo lidiado en nuestras plazas. Inconscientemente también ilustraron lo áspero del habla española: hubo momentos en que no pescábamos lo que Muñoz y Caballero decían, aunque mal que bien nos beneficiamos de su sabiduría, pero fue imposible discernir el habla de Chenel, que se la pasó crepitando como leño húmedo.

PITÓN IZQUIERDO A propósito de un toro que ¨estaba hecho un marmolillo¨ Muñoz recordó que los mexicanos decimos, en los casos en que el toro ya no embiste ni camina, que ¨se agarra al piso¨. Muñoz no dijo por qué traía a colación nuestra expresión, pero nosotros entendimos el disparate, porque que los toros no tienen garras, sino pezuñas.

PITÓN DERECHO Muchas imágenes perdurables nos dejó la Feria de Bilbao: Tres alguacilillos. El lanzamiento de la llave que hace el Presidente a la alguacililla, quien trata de embocarla en el sombrero de tres picos. Luego la música que es a criterio del Presidente porque al diestro no le conceden la facultad de pedir ¨la de aquí¨. Cuando el torero brinda al público es porque presiente un buen desempeño con las condiciones del astado. En otros lados frecuentemente el diestro brinda al público para conchabárselo, no porque haya visto condiciones aprovechables en el toro. Otro descubrimiento: la salida final a campo abierto, partiendo de nuevo la plaza que tienen que hacer los diestros, uno por uno, para recibir las palmas o rechiflas por su desempeño.

PITÓN IZQUIERDO La ausencia de vendedores de bocadillos y líquidos durante la lidia. Que ideas tan buenas. Las butacas se ven cómodas y holgadas, no como las de La Maestranza. Luego esas tomas de cámara sensual sobre aficionadas de Bilbao tan hermosas como las de Calafia, que tienen lo suyo.

REMATE ¿Vieron la eficacia con que Ponce se libró del marrajo perpetrador de las cornadas de Fandiño? Le bastó un abaniqueo, la entrada a matar y un descabello que desplomó al astifino que había hecho ver su suerte al matador herido.