viernes, 19 de noviembre de 2010

¿QUIÉN CAMBIÓ LA FIESTA?

PITÓN IZQUIERDO Es aceptado por unanimidad que el toro es el protagonista de la fiesta. Pero la realidad es que muchas veces es partiquino del lucimiento del Empresario o de la Figura. También el público compra con su entrada la oportunidad de ser el protagonista. Si llega a embelesarse con faenas a novillos o toros inofensivos puede recibir la repetición del evento. El púbico manda y puede echar a perder la fiesta a los “conocedores” y, por si fuera poco, cuando el empresario, el torero, o el ganadero se imponen y le quitan al público la iniciativa, carcomen generalmente la esencia a la fiesta. Con algunas variantes siempre se han dado las simulaciones en la fiesta lo cual no cancela el peligro de muerte que se balancea en la cornamenta de los animales que podrán ser de la nobleza taurómaca pero no dejan de representar peligro.

PITÓN DERECHO La idea que quisimos desarrollar en la columna anterior sostiene que los ganaderos de reses bravas, al cambiar el tipo de toro, tarea en la que se aplicaron por más de un siglo, obligaron al MATADOR a hacerse TORERO y a lidiar de otra manera más templada y prolongada. Este estilo de toreo, que fue posible por el nuevo toro, finalmente hizo que los del tendido encontraran en los pases y no en la estocada, el cogollo para su deleite taurino. Se superó así, la magra satisfacción de conformarse con faenas en las que la sola estocada merecía la oreja, y se llegó a la nueva experiencia de presenciar lidias prolongadas en que a pesar de la ineficaz toledana, se pedían, no pocas veces con bronca, el corte de trofeos.

PITÓN IZQUIERDO Pero ésta sólo es una de muchas formas de contar lo que pasó. Si el diestro, MATADOR a principios del XX se había convertido en TORERO en los finales, también los CONOCEDORES fueron superados numéricamente por la MASA. Lo anterior no niega que aún existan MATADORES así como tendidos ocupados por CONOCEDORES, pero estamos hablando de las tendencias. Las mayorías que se formaron con el tránsito del tiempo terminan por imponer sus gustos.

PITÓN DERECHO También dijimos que cada toro tiene lidia, y ahora recordemos que cada torero también tiene una forma de lidiar diferente debido, ente otras cosas, a su muy personal técnica, valentía y creatividad estética. Las combinaciones son infinitas. De igual manera cada corrida tiene sus particularidades y cada cronista o comentador, haría una narración propia. De nuevo, las combinaciones son infinitas.

PERDIÉNDOLE LA CARA AL TORO Por lo mismo podemos postular que todas las historias, la de las religiones, las de las naciones, las de revoluciones, las de pingüinos, de la medicina, la de cualquier asunto, pueden contarse de distintas maneras, aunque sean aparentemente los mismos hechos los narrados. Entonces, si es tal, podemos proponer distintas narraciones del mismo hecho del cambio que tuvo del toro de lidia que pasó de enemigo a socio.

PITÓN IZQUIERDO Una versión distinta sería decir que fue el gusto del público y no el de los ganaderos, el que obligó a los empresarios a presentar, y a los toreros a enfrentar, un toro que complaciera el gusto del público, que es el que paga. Entonces, la mutación del toro habría sido fue por exigencia de las entradas, la genética fue buscada por cada ganadero para complacer a los tendidos. El pagador, el que se “retrata” en la taquilla, fue quien obligó con sus preferencias, a la evolución del toro y con esto, además de forzar al criador en sus cruces, ligas y refrescos para evitar lo pernicioso de la consanguinidad cercana, le marcó al torero el sentido de su desempeño y al empresario la integración de carteles.

PITÓN DERECHO Hay otra versión y ésta diría que es el héroe taurino, la Figura, el Mandón, quien genera el milagro de los entradones. El que agota las entradas y el que produce el negocio. Es el que hace que el aficionado prefiera abarrotar el coso y no la despensa familiar. La Figura enciende, entusiasma, impone condiciones y una de ellas, tal vez la que más le importa, es la de escoger la ganadería que quiere lidiar. Así fuerza (Los globalizados dicen forza), al ganadero a esmerarse en la selección para su gusto y al empresario a confeccionar (Nunca mejor empleada la palabra), los carteles.

PITÓN IZQUIERDO Una vez leídas las versiones propuestas, viene la pregunta final, ¿Quién indujo al cambio de la catadura y conducta del toro? ¿Fue el ganadero, el público, el artista, el aficionado? Recuerde que pasamos, en más de un siglo, de las faenas de un solo pase a otras que pueden abarcar varias decenas. ¿A quién le atribuiremos la proeza?

DESPLANTE Si el lector cree tener una respuesta justa, entonces ejercite esa misma lógica entrándole al siguiente marrajo corraleado:

La eventual aparición de las corridas “verdes”, es decir las celebradas a la usanza de Portugal y de Las Vegas, que se ven venir a lo lejos, en las que no hay divisa, picas, banderillas y menos aún estocadas, piense Usted: ¿Sería por la decisión (1), del ganadero de reses bravas que quiere seguir siéndolo (2), del empresario buscando la retribución a sus riesgos (3), del aficionado, que “De eso a nada…”(4), de los toreros que ya no serán, o no quieren ser matadores o (5), del público ablandado en su pasión a causa de las ponencias ecologistas vociferadas desde los balcones “verdes”?

REMATE Les hacemos entrega de los trastos. Escoja su versión de lo que puede ocurrir y mientras tanto, no deje de acudir a las corridas rojas.

sábado, 13 de noviembre de 2010

EL MOMENTO HISTÓRICO





PITÓN DERECHO La crianza de ganado bravo es el conjunto de talantes psicológicos y de trapíos que los ganaderos intentan fijar en sus encastes. Lo hacen siguiendo una escrupulosa secuencia de ensayos y rechazos, tientas y acosos, aciertos y fracasos siguiendo algún paradigma que tengan para el tipo de juego que quieren que sus pupilos den en las corridas. Por supuesto que no lo logran al cien por ciento, porque trabajan con los límites que la naturaleza del Bous Taurus les impone. Los más afortunados terminan por mandar a las corridas encierros de comportamiento previsible que, con buena suerte, propicien el lucimiento de sus animales y del diestro que les toque en suerte.

PITÓN IZQUIERDO Aquí podríamos introducir un tema no muy frecuente en las tertulias taurinas donde, por lo general comentan que los diestros tuvieron suerte con un lote de algunas características que les permitieron lucimiento, o que su tarde fue mala también por el lote en suerte. Pues bien, podemos decir que los ganaderos, cuando son escrupulosos, y muchos lo son, tal vez la mayoría, al mandar sus toros quieren que les toque en suerte un diestro que les hagan resaltar las virtudes y, sobre todo, que las aprovechen para disfrute del público. Ya que TODOS los toros tienen lidia, los ganaderos cada tarde sienten que la gran mayoría de los toros son destazados desaprovechados, por la abulia o ignorancia de los toreros. Difícilmente ellos se atreverían a decirlo y esperarían a que los comentaristas lo hicieran.

PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ Esto es, en vez de decir que los toreros no tuvieron suerte con los lotes, hay que ponernos en el lugar de criadores y lamentar que algunos encierros no tuvieron la suerte de caer en las manos aptas de verdaderos profesionales del toreo. No todos los criadores de especies animales son iguales (Además, nadie lo ha dicho) Por ejemplo lo que rechaza un ganadero de reses bravas, por no ser apto para la lidia o vientre de toros de lidia, se manda al corral para un aprovechamiento usual (Carne, leche, reproducción), en su caso, el criador de perros Pastores Alemanes manda sacrificar cuantos perros nacen blancos.

PITÓN DERECHO Para mantener atractivo el espectáculo de las corridas desde tiempos remotos, los promotores de la fiesta han tenido la preocupación de escoger animales que se presten al juego. Uno ejemplo, entre miles que deben estar por ahí entre los antiguos libros de temas taurinos, está el episodio narrado por el escritor con el seudónimo de Tío Puntilla en la obra Lecturas Taurinas del Siglo XIX.

PITÓN IZQUIERDO Ahí se narra un encierro despachado por Bernardo Gaviño que tuvo lidias de un solo pase, otra de dos, algunas de ninguno. Eso fue hace un siglo y casi tres cuartos. Se refiere a una proeza entre miles de la corriente interminable de corridas cuando la aspereza del toro hacía que faenas de uno, dos, tres pases dejaran satisfecho a los asistentes que también, por la evolución de la fiesta se bifurcaron en público y en afición. Con el paso del tiempo y las notas que el ganadero llevaba para generar animales de lidia cada vez más prolongada, fueron saliendo por toriles animales más adecuados para el lucimiento artístico, con mayor nobleza y menos genio y proclives a humillar.

PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ Solo que para lograrlo tuvieron que seleccionar mediante la endogamia. Es decir la crianza entre los animales de la misma ganadería, lo que al tiempo, producía toros con algunos caracteres no deseables. El dilema es refrescar la sangre y arriesgarse a perder identidad en el Hierro intentando otras combinaciones con sementales y vientres exogámicos.

PITÓN DERECHO El dilema que han vivido los ganaderos desde hace siglo y medio es despojarle a Darwin la iniciativa de la selección natural y escoger y decidirse: ¿Un toro para los aficionados o para el público?

PITÓN IZQUIERDO Porque la crianza meticulosamente lograda desemboca en la satisfacción de alguien: ¿Del público, que es el que paga, o del aficionado o Juez que puede echar para atrás lo que sale de chiqueros? El público, que es el que paga, asiste a divertirse, a gritar, a pasar el rato. El aficionado más solemne, asiste para ponderar al toro, al torero, la marcha de la lidia, disfruta del trapío, ubica los terrenos en que debería darse la lidia, etc. ¿A quien debe dedicarse lo criado en las fincas taurinas?

PITÓN DERECHO Aquí viene el tema central de esta columna. Los ganaderos han optado por el toro noble, de muchos pases y con este resultado el toro cada vez ha tenido más de socio, de compañero que se presta al lucimiento que de enemigo, de contrincante mortal. Un toro dócil que genera la conmiseración del público, porque no da la sensación de peligro y al final de la lidia, flota en la plaza la pena del público que ha sido educado en la idea que lo central de la fiesta son los pases, no la muerte reglamentaria.

PITÓN IZQUIERDO Por eso se han ido alejando de los tendidos en muchas plazas. No quieren ver sangre. El fantasma que recorre los ruedos desolados es un fantasma verde, ecologista, bonachón y condoliente. Para el colmo regional, el terremoto de abril desmoronó algunos muros de nuestra plaza y hace casi inapetente su reconstrucción millonaria. ¿Cuándo tendremos toros en Calafia?.

RECORTE Los aficionados a la cacería de animales silvestres, cuando no respetan vedas temporales o definitivas, pueden erradicar del planeta, especies insustituibles. Por el lado de las corridas de toros, en las que los animales mueren reglamentariamente, no existe el peligro de extinción de la especie porque el toro de lida es criado precisamente para ese desempeño, para que con sus embestidas propicie el arriesgado arte taurino. La fiesta no acaba con ninguna especie animal.