martes, 16 de febrero de 2010

ESTRELLA DE DAVID Y EL FANTASMA DEL RUEDO

PITÓN IZQUIERDO También Por la Puerta Grande se percataron que Castella traía bordada en oro la estrella de David en la espaldar. Sólo que uno de los tertulianos se preguntó si eso significaba que muy supersticioso. En ese caso lo debiera preguntarlo a todos aquellos toreros que traen imágenes santas en sus capotes de lujo y cruces sobre el corbatín. Esa observación el empleo del sustantivo “superstición” me parece inadecuado.

PITÓN DERECHO Es la fe legítima de las criaturas temerosas que se adentran a un rito en que pueden morir. La fe no solamente es refugio de los afligidos por el miedo, sino componente de la patria apacible de la mayoría de las creyentes. Y la forma en que los humanos, en esas condiciones de pánico, recurrimos a lo sagrado, cuando estamos a punto de reunirnos con él.

PITÓN IZQUIERDO Lo que también el suscrito percibió es que Castella, en el patio de cuadrillas antes de iniciar el paseíllo del Mano a Mano con Ortega, se persignó. Se entiende que no es de la confesión judía.¿Por qué trae, entonces, la estrella de David? ¿Algún obsequio para una persona que quiere distinguir?

PITÓN DERECHO Ya está claro que el único personaje taurino que no tiene inclinación por el engaño, es el toro. Lo pueden anunciar como toro, siendo novillo y a la mera hora con su inocencia aclara su edad. También se le hace salir bajo un letrero que lo anuncia con media tonelada y con su carrera de galgo le bastan dos vueltas para corregir la báscula. No engaña.

PITÓN IZQUIERDO Algunas tardes un fantasma llega a la corrida. Monosabios, peones, toreros, picadores y el público, cambian de semblante. Y no porque les eche a perder la tarde, sino porque los enfrenta a la verdad. Casi se puede escuchar el jadeo ominoso del fantasma. Luego se apersona en el ruedo que parece ampliarse para que quepa la verdad.

PITÓN DERECHO Se trata del toro-toro. La cornamenta arqueada, vuelta, pronta, amplia, aguda, astillando las maderas y con un cuerpo que no acaba de pasar frente a las miradas concentradas bajo las monteras bien caladas. Örale.

PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Cuando sale el toro-toro como fue el caso de la corrida de Ochoa, Juan Bautista y Pepe López las cosas se aclaran y se notan los alcances y el temple de los toreros. Casi es escucha el reacomodo de los criterios para evaluar lo que se haga frente al señor Taurus.

PITÓN IZQUIERDO Nos pareció que Ochoa aprovechaba los viajes numerosos de un toro pronto y no pudo pararlos y luego templarlos, como lo hace con los viajes de toros más suaves. En cambio Juan Bautista, tal vez más hecho a ese tipo de toro, paró y pudo templar y muy bien. en el último tramo del muñecazo. Templaba que era un primor con poca permanencia en el tiempo, pero muy reposado y ahondando la despedida. Óle .

PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ El viento estuvo de colado insoportable. El francés armó la muleta con el estoque prensando el pico, no envuelto por éste. Ni así evitaba el ondear peligroso del engaño. Pero fue ocasión de apreciar la técnica que cada diestro posee para resolver el lote que tuvo en suerte. Ninguno naufragó, y hasta hubo momentos de luz. El fantasma no echa a perder las corridas, las hace recuperar seriedad, arrogancia y a los aficionados nos sumerge en esa prodigiosa alegoría de la luminosa vida y de la intrigante muerte.

DESPLANTE Rafael Loret de Mola en su obra “Si los Toros no dieran cornadas” relata una estupenda anécdota. En una conversación entre Silverio y José Vasconcelos, el escritor, político, filósofo y mujeriego mexicano se sorprendió de los que ganaba Silverio por corrida, cuando estaba en su apogeo. “Yo, dicen que dijo Vasconcelos, gané una fracción de eso con mi novela Ulises Criollo, que es de las más leídas en México y tú ganas eso y mucho más en una corrida.” Entonces el Compadre respondió con sorna: “Pues a torear, Don Pepe, a torear”

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