PITÓN DERECHO En 1924 se prohibieron las corridas de toros en Brasil. Se hizo la prohibición sin que la tauromaquia hubiera calado desde su época colonial, dentro del espíritu nacional. Aún así, las corridas persistieron hasta ese año en Sao Paolo y Rio de Janeiro. Al interior tal vez se den festejos pueblerinos, sin apegarse a la ortodoxia de la fiesta. Hubo algún intento de celebrarlas mediando el XX, en ocasión del mundial de futbol, pero no se lograron esas corridas.
PITÓN IZQUIERDO En su tauromaquia Francisco de Goya graba dos aguafuertes en los que aparece Mariano Ceballos, El Indio, que por su apodo uno, sin mucha sagacidad puede descartar el origen ibérico. En efecto El Indio era argentino y fue famoso en su país de origen, así como en ruedos españoles. El Indio, por cierto, no viste a la usanza de las corridas goyescas. Argentina con sus grandes pampas y su ganado que las huellan, no tiene muchas figuras taurinas ni reses bravas, como pudieran sugerir sus vastedades. Raúl Acha Sanz conocido como Rovira, nació en Buenos Aires y antes de hacerse torero se hizo peruano. Toreó en plazas americanas, incluyendo México. Es célebre por infinidad de anécdotas dos de las cuales tienen vinculación con la competencia con Luis Miguel Dominguín, a cuya casa una vez Rovira les dijo a sus costaleros que lo llevaran en hombros a raíz de un triunfo. Luego en Lima golpeó al madrileño y éste le mandó a su cuadrilla para apaciguarlo. Llegó a torear siete tardes seguidas en la Monumental de Barcelona.
PITÓN DERECHO La máxima figura chilena en el ambiente taurino es un magnífico símil de lo que resultó la españolización del continente americano. Conchita Cintrón nació en Antofagasta en el norte desértico de Chile, allá donde toca a Perú formando un cincho que cierra la salida al mar a Bolivia. Nacida ella en tierras chilenas su crianza fue en el Perú. Su padre era de Puerto Rico, antigua colonia española y recientemente adquirida por los Estados Unidos de América, lo que la hizo norteamericana, nacionalidad que conservó.
PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Esta trenza de geografía, historia y destino de Conchita Cintrón todavía necesitó los aportes, primero de un caballero portugués, avecindado en el Perú, quien le enseñó a rejonear. Después, su consolidación como figura fue posible, en mucho, por la participación de un general de la revolución mexicana y de unos toreros mexicanos, que la pusieron en el patio de cuadrillas y le abrieron las puertas a las plazas mexicanas de donde por méritos de su afición y torería cabalgó (permitiendo la licencia literaria), hasta Europa y ahí finalmente se aposentó en una hornacina privilegiada dentro del corazón de muchos aficionados.
PITÓN IZQUIERDO Uruguay es una región plagada durante siglos con aboliciones anti taurinas, pero con una historia intrigante porque se celebró una centenas de corridas en Montevideo con permisos y cancelaciones abundantes. Durante el dominio portugués no tuvieron corridas. Ahí torearon figuras como los Bombita y hasta el mismo Joselito en el primer tramo del siglo XX. Permanecen prohibidas explícitamente las corridas.
PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ En Paraguay la escasa información sugiere la presencia de espectáculos populares sin el apego a la liturgia taurómaca. Debieron celebrarse durante el virreinato y como en los demás territorios prohibicionistas hay aficionados resignados a medias, que pueden encontrar consuelo en las corridas televisadas.
RECORTE Cuando Colón se encontró con el territorio ahora llamado América, se tardaron tres meses en conocer las nuevas en la Corte de los Reyes Católicos. En el Siglo XXI tan solo con activar la caja milagrosa de la televisión y con la intervención de los ángeles satelitales que nos apapachan desde la estratósfera, no solamente ESCUCHAMOS la algarabía, sino que VIMOS el indulto a un toro de Cuvillo, por Manzanares, pocos segundos después que los asistentes a la Real Maestranza de Sevilla.
DESPLANTE No podemos menos que desear que este prodigio del ingenio humano produzca una generación de aficionados virtuales que se materialicen en reales y posteriormente exijan exitosamente, como lo hicieron los aficionados franceses, el respeto a una manifestación artística sui generis.
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