lunes, 11 de noviembre de 2024

COSAS VEREDES

 

Escribo este artículo porque he cerrado un periplo que me ha permitido asistir a ritos taurinos en variados escenarios.

Coliseos romanos. Ya estuve en Nimes y Arles. Ambos coliseos ahora franceses fueron arenas (de hecho, así los anuncian Arenes), donde los gladiadores se aniquilaban entre sí o en otro caso se enfrentaban a animales feroces en su papel de bestiarios. Como el espacio también fue originalmente diseñado para las carreras hípicas o pedestres tienen forma ovalada con un diámetro (en el caso de Nimes) de más de 100 metros que resultan ser el doble que tienen las -llamadas- plazas de toros.


Ambas construcciones tienen el sello de nuestros siglos actuales. En sus costados aparecen todavía cuartos y cubos vacíos a los que no se les puede asignar función alguna como no sea el soltar la imaginación de quienes cavilamos frente a ellos. La impronta de nuestra época serían las puertas eléctricas de los toriles y el blindaje acolchado de los picadores. En Nimes disfruté los coros y orquestas sinfónicas en ocasión de una temporada que dedicaron a Van Gogh, holandés que se aclimató y pintó los colores locales sobre lienzos que valen una fortuna.


Cosos, circos, redondeles, embudos. Si nos pusiéramos pedantes diríamos que la Geometría nos indicaría que debieran ser llamados conos truncados invertidos. Se refieren a la disposición circular del espacio dedicado al público que asiste al evento. Esa disposición sustituye la apreciación visual q
ue antiguamente tenían los vecinos desde sus ventanas que daban a la plancha cívica y también es un recurso ingenieril que reduce al mínimo la obstrucción de la vista de la gran mayoría de los apreciadores. Algunas de estas construcciones son incómodas por lo redu
cido de los espacios diseñados antes del imperio desparramador de los carbohidratos y aprovechados por la codicia de los organizadores de los eventos. Frecuentemente los ocupantes de las filas inferiores se quejan de que los de la fila superior les clavan en el lomo las rodillas como banderillas.  La Plaza México no tiene esa incomodidad.

  

Petatera, plaza artesanal. La Petatera es construida año con año. En el mismo sitio y por los descendientes de quienes lo hicieron años atrás. Se utilizan troncos, barrotes, cuerdas y demás materiales de la región y las paredes divisorias son esteras hechas por los artesanos también con materiales locales y que llevan el nombre original náhuatl de petates. Los ocupantes de la primera fila están al nivel de los toreros separados de éstos y de los picadores y de los banderilleros y de los peones por troncos cruzados que, sin impedir la vista al ras del suelo, protegen de las embestidas de los toros y de las eventuales caídas de los picadores.  La petatera de Villa de Álvarez en Colima se construye como ya quedó dicho, año con año y tiene la fama de ser única lo que irrita a los pobladores de la península de Yucatán ya que en esta región de México se realizan más eventos taurinos anualmente que en cualquier lugar del mundo y miles de esos eventos tienen como sede plazas artesanales también hechas anualmente. Tuve la suerte de asistir a la Petatera y una plaza artesanal en la capital yucateca en sendos eventos con toreros de alternativa y ganado de raza.


Plaza de Toros Casi me atrevo a decir que la gran mayoría de los aficionados del mundo no han asistido a un festejo taurino en una PLAZA de toros.

En un principio los eventos taurinos se realizaban cuando no en el campo, en la esplanada cívica de ciudades y pueblos donde acondicionaban espacios con tablas, talancones, cercos, barrotes y demás materiales para evitar que los animales la tomaran con los mirones los cuales compuestos por curiosos, vencedores ambulantes, merolicos, buhoneros y rufianes tenían que se despejados antes de iniciar el desfile de presentación de los toreadores. Así desde la comodidad de los ventanales los afortunados ocupantes veían a los atrevidos ambulantes taurinos a jugarse la vida. Los lugareños cumplían con la costumbre de asistir a los eventos en lugares vigilados por la autoridad. Luego se acabó la costumbre carcomida por el paso del tiempo. Llega el tiempo de trazar lugares ochavados para evitar las querencias rinconeras, después aparece las construcciones circulares que predominan hoy en día. Así las plazas quedan sólo como nombres para señalar construcciones que ni siquiera se parecen.   

Afortunadamente en Arganda del Rey el ayer lacrimoso persiste con algunas actualizaciones, pero manteniendo el sabor de los siglos.  Me tocó parpadear las humedades porque el presidente del evento sale de sus oficinas al balcón desde donde dirige el ritual. La plaza tiene en sus costados más largos sendos edificios multifamiliares con ventanas que dan al espacio taurino. Esa gradería metálica es más baja para no obstruir los ventanales. Un día antes la chusma hoya la superficie donde torearán los toros y los escuincles algunos de los cuales serán figuras juegan con toritos de cartón inofensivo.













¡Ay, Arganda! ¡No desaparezcas!