PITÓN DERECHO Cuando el toro embiste para recibir
las verónicas, la zona desde donde arranca debió ser escogida, en el mejor de
los casos, por el matador que así aplica el conocimiento de los terrenos y de
las características del toro que pudo descubrir en el poco tiempo que tiene
sobre la arena. Estos rasgos del toro pueden o no ser típicos de la ganadería
de procedencia.
PITÓN DERECHO, OTRA VEZ
Un matador que sabe
esto, sabe mucho.
PITÓN IZQUIERDO Y no es suficiente. Además, necesita
saber dirigir toda la lidia para colocar apropiadamente a sus ayudantes. Saber
observar y controlar la suerte de varas y así anticipar en algo el desempeño de
su toro en el último tercio. Evaluar los lados durante las banderillas,
vislumbrar las embestidas y de su repertorio de pases saber cuáles serían los
apropiados y la cantidad que pudieran darse antes de agotar al toro.
PITÓN DERECHO Pero para aplicar esos conocimientos
taurómacos necesita la valentía para vestirse de luces y hacer el paseíllo. Obviamente
el valor no termina su encargo ahí, sino debe irrigar al torero toda la tarde para
que sofoque el miedo que todos tienen. Para que el torero esté bien ante el
toro, el valor tiene que acompañar la técnica en el manejo de los adminículos y
entre ambos armar el andamiaje de la creatividad artística.
PITÓN IZQUIERDO Entonces pudiera proponerse como ramillete
las tres flores espectaculares taurinas: el valor de pararse frente al toro, la
técnica necesaria para manejar el capote, la muleta y la espada y la creatividad
artística, para generar la emoción estética, quitándole el protagonismo al
valor y a la técnica, sin desaparecerlos.
PITÓN IZQUIERDO, OTRA
VEZ Hay otros
elementos más: la condición física, el conocimiento de los terrenos, y el conocimiento
del encaste. Por si fuera poco, hay que saber el gusto del público y tener
suerte.
PITÓN DERECHO Son cuando menos esas ocho condiciones
de las cuales la falta de una sola malogra al torero; si son más de dos, lo
convierte en un chasco. Hay toreros muy limitados que pueden permanecer en el
gusto popular por su valor o por su creatividad artística. El público fascinado
por el carisma del diestro, le pasa por alto otras deficiencias o francas
ausencias, pero si carece de valor o de arte, es casi imposible su permanencia
en los carteles.
PITÓN DERECHO, OTRA VEZ
Por eso no todos son
(buenos) toreros.
PITÓN IZQUIERDO El saber el gusto del público es
útil, ya sea para darle por su lado o para mantenerlo desatendido. Hay algunos casos,
ustedes conocen uno y yo otro, en que el torero se desempeña mejor en los
tendidos que sobre la arena. Hay otros en que el torero ensimismado en su
concepción taurina, no atiende las veleidades del público y torea para él mismo
y lo disfruta como si estuviera aislado dentro de una burbuja autística. En su
pecado lleva la penitencia: Pasar desapercibido por el público que asiste sin
estar.
PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ
Recientemente en la
feria Del Pilar un torero realizó una lidia impecable, desde nuestro punto de
vista: el toro era blando, y cuando obligado a humillar, perdía las manos. Entonces
lo que hizo el diestro fue llevarlo a media altura para no exhibir al toro y su
ganadero y evitando bajar la mano ya que el toro rodaría por la arena a la
salida de cada pase. Lo mantuvo a media altura. Toreó con temple y no pudo
alargar el recorrido más allá de pocos trancos mientras que el toro lo tenía en
la zona del reojo. El torero pudo evitar dos o tres derrotes porque tenía en
mente que torear un toro a media altura es exponerse un poco más. Fue el momento
de ser técnico y lo hizo a conciencia sin atender el aburrimiento impasible de
los tendidos y finalmente resolvió el asunto bien.
RECORTE No hubo trofeos; el público en las
alturas había mirado todo, sin verlo.
CORRIGIENDO LA
DISTANCIA Montherlant
no dedicó su novela Les Bestiaires a Monsieur Le President Doumergue, como dije
columnas antes. Lo que sí hizo fue dedicarle una parrafada inicial elegante.
Luego fue disertando sobre historia local vinculada con temas taurinos y al
mismo tiempo fue construyendo el tono de forma tal que pareciera ser una salida
retórica necesaria el dedicarle el libro. Me imagino a Monsieur Le President
leyendo con pecho henchido y con las cejas en alto esperando las merecidas
humaredas de incienso, por haber autorizado las corridas rojas, pero en eso
Montherlant le dice, casi con sarcasmo, que las páginas son para los
meridionales galos y en especial para los de Languedoc y de Provence, quienes entre
otros merecimientos tenían el de asignar el mismo nombre para su rio Rhone y
para un misterioso Dios, según le informa Mistral, otro escritor provenzal,
ganador por cierto, del premio Nobel. Órale.
SALUDOS A LA DISÁSPORA
TAURINA Que haya un
grupo de lectores de este blog en China,
Rusia, Alemania, Marruecos, Indonesia, Ucrania, Chile es una cortesía que no
deja de intrigarnos. Entonces, ¿Encuentran gusto en los toros? ¿Yuo, yeslie, wenn,
yija, yika, yakshcho, si´p? Órale.
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