jueves, 5 de enero de 2012

LOS CABALLOS Y LOS TOROS

PITÓN DERECHO Los esfuerzos de los ganaderos de reses bravas tienen como último escenario la arena donde sus pupilos se enfrentan a los toreros, bajo la mirada de miles. Sus animales tienen veinte minutos para externar todo lo que el ganadero ha querido integrar en su desempeño. La sangre de procedencia, el personal de apoyo, la pertinencia de las notas asignadas durante la tienta, la vigilancia del tratamiento y condiciones del toro hasta salir a la arena. Además, requiere del sigilo necesario para desenvolverse en el mundo del toro.

PITÓN IZQUIERDO En veinte minutos se juega todo eso, que es mucho.

PITÓN DERECHO Ahora, ¿Qué pasa en el mundo de los caballeros con cuadras para rejonear? También involucra los desvelos relativos a la crianza de animales de sangre y además, la capacitación y la compenetración entre el jinete y su bridón. El riesgo extra es que el costoso caballo resulte inutilizado temporal, o definitivamente. De ahí el arreglo que por reglamento se hace a los toros de rejoneo.  Además, el prestigio y las firmas para otras fechas.

PITÓN IZQUIERDO En veinte minutos se juega todo eso, que es mucho.

PITÓN IZQUIERDO En las corridas de rejones, se presentan dos animales en un espacio donde uno de ellos no tiene antecedentes y otro que conoce pocos diferentes a él. Un tercer actor es el jinete que necesita entender a ambos animales. Entender la ganadería de procedencia de uno, y el nivel de educación que tiene el cuaco que monta. Sobre su cuadra ha logrado compenetrarse a un grado que es el que se manifestará en su desempeño. Por supuesto  no todos los jinetes se funden en una sola personalidad torera con sus monturas. Los que mejor lo han hecho son los triunfadores constantes, los que tienen altibajos son porque, en ocasiones la compenetración con su montura no se da y la lidia del toro se frustra y no acceden a las orejas o salidas al tercio.

PITÓN DERECHO La corrida de rejones de la Feria de Manizales, presenta al portugués Ribeiro, al español Hermoso de Mendoza y a Willy Rodríguez, colombiano. La ganadería Dosguitérrez, colombiana. El despeje a cargo de tres caballos albos con los alguaciles hendiendo lentamente la tarde nublada, parcialmente soleada.

PITÓN IZQUIERDO La salida al tercio de los caballeros participantes fue un regalo visual para los asistentes. Luego se ve, aunque uno no sea gente de caballo, la buena raza,  la finura de rasgos, la elegancia de los cuellos arqueados,  la tranquila soberanía del jinete sobre su montura.

PITÓN DERECHO Después de las evoluciones acostumbradas de los caballeros antes de que salga el primero, recibieron los aplausos alentadores. Los tendido en unos tres cuartos, la vendimia muy restringida, las odres con jerez, ron, whiskey combinados y algunas de ellas con vino. Todo quedaba listo para la diversión.

PITÓN IZQUIERDO Ribeiro, montado en caballos de la cuadra de Hermoso de Mendoza, lució por momentos pero no siempre en el encuentro se aproximaba la cornamenta a los estribos. Tal vez la explicación sea que protegía las monturas sin arriesgar, ya que no eran de su propiedad. Pablo Hermoso de Mendoza cortó tres orejas y salió en hombros. Su compenetración con sus caballos es ya tan conocida que se esperan los recortes que hace de los viajes del toro. Óle.

PITÓN DERECHO Por su cuenta Rodríguez el de casa, recibió aplausos sin redondear su participación. El público permanece usualmente en su lugar casi hasta el arrastre del último, pero esta vez estuvo más tiempo por la salida en hombros de Pablo.





PITÓN IZQUIERDO Y fue una tarde agradable, con el bullicio de salida que se extiende a los tres lados de la plaza, (el cuarto sería una barranca), los compañeros de tendido amables y atentos a lo que sobre el ruedo se dio. El bocadillo del día fue un chuzo con papitas. El regreso a casa fue bajo otro pequeño remojo macondiano que se prolongó porque el chofer recordó el descenso casi un kilómetro después; el terreno montañoso, oscurecido por la noche lluviosa fue eterno hasta que apareció un taxi milagroso. La chimenea de la finca y la amabilidad de los anfitriones fue el gran regalo para el remojado. Órale

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