PITÓN DERECHO Durante el día la lluvia presidió el miedo a la cancelación. Se pospuso la hora de inicio. Unas largas franjas de plástico blanco cubrían el disco arenoso. Alrededor de veinte peones los plegaron y, después de retirarlos procedieron a enarenar las partes más encharcadas. Luego pintaron los círculos concéntricos rojos. La lluvia cede un poco. Con un retraso de media hora, empieza la corrida.
PITÓN IZQUIERDO El Cid en su primero veroniqueó sobre los charcos a los que canceló la amenaza del resbalón pues asentó las zapatillas y lanceó con una capa pesada por la constante lluvia que desde el cielo se asomó toda la tarde a ver torear. También con las zapatillas fijas configuró unas chicuelinas más apoyadas sobre la ortodoxia que sobre los riñones. Con la muleta tuvo momentos de emoción. Una trincherilla con la izquierda le salió dibujada. Con una estocada eficaz, después de un pinchazo recibió una oreja. En su segundo recibió otra que se le bonificó con la salida en hombros.
PITÓN DERECHO Castella le hiló a Hilandero cinco verónicas sin despegar las enlodadas zapatillas. Usó en la faena, la derecha con elegancia. Durante la lidia sacó a colación su inventiva en los momentos en que el genio del toro, o la veleidad de la lluvia obligaban a interrumpir los prolegómenos de la tanda o durante el mismísimo pase. En esos intempestivos cambios Castella improvisa bien. Hubo un momento cuando de acuerdo a su costumbre se cruza con el toro oscilando la muleta con la derecha. El toro se arranca cuando la tiene detrás y Castella sin inmutarse le da salida y termina con una especie de vitolina invertida. Óle.
PITÓN IZQUIERDO Por su parte Bolívar salió por los fueros colombianos y su primero no fue del todo propicio. Se salía de la suerte rajado y el valluno correteó un poco para sacarle algunos pases. En su segundo más fijo, se sintió torero en muchos momentos que compartió con la multitud bajo los paraguas. Pudo matarlo al primer intento, suerte que sus alternantes no tuvieron, y recibió dos orejas que lo hizo compartir la salida en hombros de la Monumental de Manizales.
PITÓN DERECHO Podríamos reconstruir dos pases: uno de El Cid y otro de Castella; ambos a sus primeros toros. Es el turno de El Cid. Lo vemos enhebrar cambiando de mano, media dosantina con un natural envolvente. Óle.
PITÓN IZQUIERDO Luego Castella al terminar una lentísima dosantina deja al toro a sus espaldas, y sin enmendar lo embarca, recogiéndole de espaldas, con un circurrete. Óoole.
PITÓN DERECHO La corrida lluviosa no tomó desprevenidos sino a los fuereños. Los asiduos manizaleños se impermeabilizan con pantalones que cubren también el calzado, además un chaquetón poderoso reforzado con un paraguas. Muchos de ellos llevan banquillos que los separan de los cementos que escurren durante la tarde fría. Solamente mientras sale el toro, los vendedores de lajas de mango con limón ofrecen sus delicias. Después no se permiten interrupciones. Son prontos al óle y contagian su disposición a la fiesta. El reglamento taurino es de cobertura nacional y por supuesto, las diferencias regionales están a cargo de los usos y costumbres de las respectivas aficiones. La banda de música, activada por el Presidente, se interrumpe cuando el diestro deja de hacerlo bien, pero también cuando tiene algún arrebato no bien visto por la afición. Por ejemplo, en su primero El Cid arrojó la muleta en un desplante que le valió la suspensión de la música que había acompañado buena parte de varias tandas con la izquierda.
PITÓN IZQUIERDO La lluvia nos acompañó durante el regreso. Un cambio de línea de buseta nos hizo conocer otra parte de la ciudad. De nuevo el chorreante arribo al albergue, pero también repite el té Pronto Alivio tomado frente al calor de la chimenea. Nos preparamos para el festival taurino, joya que corona la feria que incluye un desfile. Estarán Juan Mora, El Juli, El Cid, Castella, Guerrita Chico y Andrés de los Ríos. Todos en la misma noche. Órale.
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