En una de mis lentas correrías por los depósitos de libros
viejos que tiene la Ciudad de México encontré a un amigo que no reconocí completamente.
Algo enredado entre mis recuerdos pareció saludarme.
Más que pena por no reconocerlo me causó curiosidad. El
encuentro me envolvió con tibieza emocional pero no pude precisar la convivencia
que lo había generado. La dificultad para el reconocimiento fue que mi amigo no habló y tenia una
cubierta de forros rojos y sí, se trataba de un libro que no recordaba haber
leído, pero que indiscutiblemente ocupaba un lugar entre esas vaguedades que todos
amontonamos en el armario de los recuerdos que pocas veces convocamos y que
terminan por evaporarse sin que los echemos de menos.
El primero el Palacio de las Bellas Artes de la ciudad de México.
El segundo un paraje nórdico con trineo tirado por renos y dos humanos que tuvieron a bien prescindir del vehículo y caminan pesadamente cubiertos con abrigos.
Bajo la imagen de Bellas Artes, vemos un edificio sombrío ( ¿Fue construido en Helsinki, Oslo, Estocolmo?), que se duplica en un espejo acuático.
El cuarto dibujo presenta magueyes y sahuaros además de un volcán nevado. Dos bueyes tiran de un carromato arreados por un peón en un ambiente mexicano.
Henry Nystrand: viajero que compartes tu historia y aparente gusto por la tauromaquia, con que deleite me cruzo con tus caminos de pasados días. Compré el libro.
El autor Tom Lea (¿Por qué me suena el nombre?),
inicia su narración taurina en una ciudad llamada Cuenca, con personajes
incluso el principal, que no parecen españoles, como el nombre de la ciudad sugiere
ya qe en México no hay tal y en España hay una región y ciudad con ese nombre.
La trama es previsible. El anhelante
muchacho se esfuerza en su afición y finalmente se enfrenta a una
corrida con toros de la afamada ganadería de toros bravos llamada Las
Astas.
Luis Bello, el personaje triunfa y eventualmente, como es de esperarse, cae
ante los hechizos de una dama que lo arruina la carrera con sus encantos.
Tom Lea nos lleva de paso por algunas ciudades mexicanas como Monterrey y la propia capital de la república. Luego uno de sus personajes menciona Cusi, Cusihuirachic, que es un poblado chihuahuense.
Tom Lea nos lleva de paso por algunas ciudades mexicanas como Monterrey y la propia capital de la república. Luego uno de sus personajes menciona Cusi, Cusihuirachic, que es un poblado chihuahuense.
Muy conocido en aquel entonces como Abraham Chavez (Sin acento), el violinista y Fred Kriss el jugador de los mineros de El Paso. Esos héroes apenas fueron la avanzada de la muchedumbre de una piñata gigantesca cuando recordé a Chebo Hernández, la Pingua Canales, Jesse Fonseca, Natos Martínez, Popeye Salvatierra, Neri Santos, Vinicio García, Carlos Anaya, Johnny Clayton, El Médico Asesino, Dientes Hernández, Tarzán Guerrero, Manny Ortega. Jesús Soltro, Edmundo J. Diéguez, José Rodríguez Herrera, Adolfo Quijano y todo el catálogo de nombres y rostros desparramados ente los tepalcates de la piñata rota por Tom Lea: beisbolistas, boxeadores, luchadores, locutores, músicos. Sí, el reencuentro con Tom Lea había reventado la piñata de días pasados.


No hay comentarios:
Publicar un comentario