Por las rúas de Albacete se entristece el día de hoy
Se extiende la torva sombra
de una abusiva Ley
¡Que muera El Juli. Que viva Roca Rey!
¿Quién
fue el magnicida?: El pañuelo del Maese Coy.
PATIO DE CUADRILLAS Todos los toreros supervivientes
terminan por retirarse. Algunos son obligados a hacer
mutis porque los aficionados se aburren de su estilo. Otros han tenido que ceder
sus fechas por la irresistible poder taquillero de un recién llegado. El caso
de El Juli y Roca Rey que es una estupenda rivalidad, del tamaño de cualquiera
que se haya dado en la historia taurina del mundo, nos sugiere que son los pañuelos
de los presidentes los que quieren despedir a El Juli y no la calidad
avasalladora del peruano.
CIELO ANDALUZ El Juli no ha
sacado la casta para enfrentarse a Roca Rey, pues siempre la ha tenido y jamás
la ha pospuesto para mejor ocasión. Nunca lo hemos visto aburrido de si mismo
ni cortar más orejas al público que a los toros. Una de las Figuras de hace un
siglo confesó que él no se había retirado, sino que lo habían echado los
aficionados. El retiro de El Juli será, como todo lo que él ha hecho, un acto
volitivo. Lo hará bajo los pañuelos de los aficionados que lo admiran, no por
los que esconden los Usías que le niegan los premios.
PITÓN DERECHO Damos por descontado
que cuando se retire, algunos analistas no resistirán la tentación de reportar que
la ausencia juliana fue obligada por la avalancha rocosa. Mientras llega el
día, hay que disfrutar todas y cada una de las tardes de tamaña rivalidad
histórica que ha obsequiado la vida.
PITÓN IZQUIERDO Lo que vimos en
Albacete, cuando El Juli se encontró con Depravado de Daniel Ruiz, nos permitió
recordar algo y aprender mucho: la plenitud del temple se da cuando la embestida
del toro es acompañada por movimiento del cuello del torero y ambos coinciden
en la fijeza visual en el engaño que se arrastra. Templar también se ahonda
cuando el torero insinúe la humillación al engaño que él mismo aleja.
PITÓN DERECHO Los tres toreros templaron
tal cual pero en el caso de El Juli, fue más visible porque sus alternantes no
tienen la impronta del toro mexicano que él tuvo cuando niño becerrista y
novillero. El Juli toreó tan
parsimoniosamente que no parecía competir sino vivir su segunda
naturaleza que es la calma que nos hace
olvidar el valor, la técnica y la creatividad que, sin embargo siempre son los ingredientes
de cualquiera que se diga torero. La calma con que toreó a Depravado (Nunca un
nombre fue peor puesto), nos augura que la confrontación que se ha iniciado
entre estos toreros, será ocasión de ver cómo el reposo del maestro se
contrasta con la impetuosidad del recién
llegado. Tenemos gusto por ambas expresiones toreras, siempre y cuando sean
genuinas y no pendan de los pañuelos veleidosos de los Usías.
RECORTE FINAL Es un momento mágico cuando el torero extiende el lienzo con el
que hará una obra de arte frente a la cornamenta montada sobre media
tonelada de vigor y se pone frente al público el desarrollo de la obra al mismo
tiempo que el autor. Es una suerte que vivamos la inminencia de la emoción
estética. Y más fortuna si tenemos las opiniones de conocedores de la Tauromaquia quienes
además, nos enseñan a observar pequeños grandes detalles que enriquecen la
experiencia visual. Los conocimientos que han recogido de primera mano son
generosamente compartidos. Muchas vivencias de cada tarde pasarían ante
nosotros sin dejar huella, como la víbora bíblica sobre la roca. Los narradores
del Canal Plus, los actuales y los anteriores merecen un Óle.
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