PATIO DE
CUADRILLAS Todos
los libros se escriben con la esperanza de aportar información; el riesgo inherente
es que algunas veces el lector ya tiene una de mejor calidad y otras que son
las peores, la información nos resulta morralla. Algunas obras sólo sirven para
exponer la codicia numismática del autor que escribe vertiginosamente antes de
que los potenciales compradores prefieran otro tópico; tales obras aprovechan
el escándalo momentáneo, el advenimiento sorpresivo del nuevo héroe o el
enfermizo interés por la tragedia; también los hay que al abrirlos lo único que
hacemos es liberar el incienso para alguna medianía que tuvo días de suerte
veleidosa.
LIÁNDOSE EL
CAPOTE Lo
dicho puede acomodarse a cualquier libro, de distinta área, en alguna época
histórica. Si pasáramos el lanzallamas selectivo en nuestro estante de libros
taurinos, ¿cuántos de ellos merecerían salvarse del achicharramiento?
TALLANDO LA
TIZA Pero un
buen libro libera la luz. Nos hace leerlo casi en vilo como lo acostumbraba José
Vasconcelos quien distinguía los libros que merecían leerse de pié y los que leía
sentado --casi al borde del cabeceo (Cursivas
nuestras).
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpDo8smb4iq29fjExDgyh1kGLWDrCXgDTPhA5zyKEczUpi5lFXxomTQcoiUZ1Kiirba3aG2UD_tgJ1eB-zhAcX-NoiGq8pHCy-niMs10a0MCTUxcv3WqSIvUZKJqukl4k6SZkPO1CJkhk/s400/books2.jpg)
PITÓN DERECHO El libro de Pancho Miguel –así
se le conoce, es de las obras que después de sacudirnos reacomodan la
información que uno tenía antes de leerlas y además añade conocimientos que
quedan como peldaños para seguir ascendiendo en la apreciación de la
tauromaquia.
PITÓN IZQUIERDO El peldaño fundamental que coloca
Pancho Miguel es que el toro bravo
embiste porque considera al engaño como un depredador (capote, caballo,
banderillero, muleta), al que hay que eliminar; y lo ataca porque el depredador
incursiona en el territorio que el toro aislado considera suyo. Esto es, el
toro bravo embiste cuando percibe que su ámbito es invadido por ese enemigo (pp.
21, 66, 71, etc.)
ENGANCHÓN Entre muchos otros aportes el
autor dice que le toro bravo humilla, es decir baja la encornadura al embestir porque quiere defender su pecho del ataque enemigo
(pp. 66, 92. etc,) Las ideas que derivo de su obra no necesariamente serían avaladas
por él pero las considero asimilables a su proposición central.
PITÓN IZQUIERDO Ahora es mi turno: el dominio
sobre el territorio que todo ser viviente trata de ejercer, tiene una
área variable, según el individuo y la situación particular. Hablando de toros
bravos algunos quieren recuperar su espacio
embistiendo desde allá, mientras que otros casi tienen que rozar el engaño
antes de decidirse a atacarlo porque su zona de la que se sienten dueños, es
reducida.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGnKeCCfcRXB7bq39Uot44ko3lMcphEbLM8sVu5NCzkq9EieX3aeArqA3uniz7teipU2dVFJbhx_TOxLLAi_mShO11dTj_vrQbePBjmLQGZZ-L20c5EevqoFzuDjzkDNu9DoMunvbK5x4/s320/books3.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYzVIVm3M-7geqF-Z4tKL9uxiS3UZJbRtzjgYRt1uWQAj96avLME4BBCtA7N-iTiNmd2wRni6VkcF67FqYondKSwIy9vn0fCVlMBciQxiS7JXqIYRYpEFFZDM8aUh9OLyVDFNLo2g96m4/s320/books4.jpg)
PITÓN IZQUIERDO Aquí postulamos que la humillación
–por cierto una expresión inadecuada ya que no se trata de un acto humilde--, que
es reconocida como una característica del toro bravo puede definirse como la
intención de desprender del piso al enemigo y desbaratarlo en el aire
como han sido registradas innumerables cogidas de toreros, muchas de ellas
mortales.
PITÓN IZQUIERDO,
OTRA VEZ La
condición sine qua non para que se dé la llamada humillación es que pretenda usar los cuernos como garfios elevadores.
Un caballo derribado o un torero colapsado no disuaden al toro bravo en su
ataque; porque seguirá punteando y mientras no lo distraigan insistirá hasta que
el cuerno cale la resistencia y entonces la media tonelada muscular actúa como potencia
para elevar el peso penetrado y así eventualmente destrozarlo en las alturas.
PITÓN DERECHO Por su cuenta un toro
bravucón embiste con la cara en alto porque no quiere levantar al enemigo sino intimidarlo
con su tamaño para que huya; estrategia que utilizan otras especies, incluyendo
la humana. Estos casos de embestidas con la cara
alta son propicios para que el torero mandón con sus lances y pases eventualmente
haga que las cargas dejen de ser bravuconas y se conviertan en envites de bravura;
es decir el diestro maniobra para que el toro ataque al ras del piso y
para beneficio del arte, empuje la encornadura para agredir el capote o la
muleta con el instinto de elevarlos y si lo logra, destrozararlos en lo alto, es
decir el diestro --diestro trueca la bravuconería
por la bravura.
PITÓN IZQUIERDO Pero mientras los cuernos no
logran el enganche, las embestidas al ras del suelo ofrecen el maravilloso
misterio del toreo artístico y poderoso. De ahí la estética que genera cuando
el engaño no es tocado. Por supuesto la sabiduría del torero que entiende al
toro y no se deja enganchar mientras se juega la vida con elegancia, no es proeza
cotidiana.
PITÓN DERECHO Esto es, torear
es templar la bravura con elegancia, no aprovechar el viaje para retorcerse.
Aunque son escasos los que saben hacerlo vale la pena el aburrimiento de ver
corridas de ventajosos pintureros con tal que en una tarde llegue el toro bravo
rasante
y se encuentre con sedas templadoras para que la plaza se encienda para siempre
---durante escasos veinte minutos.
TORO DE REGALO El humus es la capa de tierra que cubre el globo terráqueo donde no
hay agua sea líquida o congelada --Escribimos globo terráqueo, aunque actualmente aletea la teoría extravagante que
sostiene que la tierra es plana: una especie de charola y por ende las fotos
enviadas por los telescopios montados en satélites serían photoshops, hechos en
tierra firme. Pero regresando al humus, de este vocablo se desgranan otros como
inhumar, humilde, humillante, exhumar y tal vez husmear. Inhumar es depositar el
cadáver debajo del humus; exhumar es rescatarlo. Los perros husmean para
encontrar bajo el humus rastros de presas y restos pútridos comestibles. También
los Chairos que viven pegados al suelo son humildes, es decir viven sobre el humus. En
cambio los Fifís que viven en las alturas son altezas, es decir su hábitat
está en la altura. El episodio o el soberbio mequetrefe que nos hace menos en
público resultan humillantes porque nos aplanan contra el humus.
RECORTE Como consecuencia cuando uno
es humilde no presenta ni expone sus ruegos o requerimientos sino que los eleva. Aquí caemos en cuenta que esta
etimología nos ha hecho tragar la analogía que el toro bravo para serlo, debe
humillar.
Por supuesto rechazamos esta proposición porque nadie, fuera de algunos taurinos,
asocia la humildad con la bravura ya que ambos atributos hasta aparentan ser
polos opuestos. Entonces lo que hacemos es olvidarnos de esa mancuerna humillación---bravura y postular que el toreo es una técnica que trata de obligar
que las embestidas sean rasantes porque así el toro bravo conmueve
con el
instinto que dispone para desprender del piso al invasor y tasajearlo en
las alturas, mientras que el torero despliega, en el mejor de los casos, su
elegancia para evitarlo. Órale.
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