lunes, 13 de julio de 2009
El mundo taurino, Pamplona y peones y patanes
PITÓN DERECHO ¿Por qué nos apasionan los espectáculos públicos y los eventos multitudinarios? ¿Será porque nos permite proyectarnos e identificarnos momentáneamente con las proezas de quienes las ejecutan: los héroes deportivos, artísticos, políticos, literarios? ¿Por qué el mundo se conmovió con la muerte de Jackson? ¿Por qué el mundo lloró a Farrah Faucett?
PITÓN IZQUIERDO Si usted cree que realmente el mundo se haya conmovido, yo no. Para empezar, quiero que me excluyan de esos dos mundos dolientes. En el primer caso por que siento, aunque no puedo probarlo, que soy miembro de un sistema planetario distinto al de Jackson y en el otro mis fantasías están más cebadas en Michelle Pheiffer, que en el ángel recién ido.
PITÓN IZQUIERDO OTRA VEZ Esto también tiene vigencia en el mundo taurino. Cuando un diestro se retira yo no lo echaré de menos, necesariamente. Cuando otro muere, tampoco obligadamente voy a sentir que haya quedado un hueco. Depende del grado en que me hayan conmovido con su manera de hacer el arte taurino la intensidad de cómo los extrañaré.
CAMBIO DE LIDIA Recuerdo el mandoble de El Pana al pastel con que se conmemoró un aniversario de Calafia. La innumerables veces que una figura reclamaba los apéndices inmerecidos para hinchar su record. Los muchos casos en que los peones estrellan al toro contra los burladeros para disminuirles su fuerza y aumentar el brillo de sus matadores. Los centenares de pasitos atrás entre óle y óle, y el aprovechamiento del viaje del toro para una vez pasado, ceñirse con enjundia. Todo eso es bochornoso pero nunca me causó vergüenza ajena, como si fue el caso reciente del lamentable espectáculo del deporte más popular de México y del mundo. Ese deporte del que alguien dijo que si uno leyera las reglas y luego viera en una cancha como se juega, pensaría que se trataba de un juego con reglas para caballeros pero jugado (Y dirigido, diríamos), por patanes.
APROVECHANDO EL VIAJE Peón y patán tienen vínculos que los hermanan etimológicamente con el pié. Peón era el torero pie que ayudaba en la faenas al caballero, es decir del que anda a caballo. Ahora le ha quedado el nombre aunque la más de las veces ayuda a otro a pié, que es el matador. En el ajedrez también el peón es el único del pueblo que participa en el combate entre reyes. El patán es que actúa con las agravantes de ser plebe, de manifestarse con las patas. .
PITÓN IZQUIERDO Será que soy aficionado a los toros y no a lo otro por lo que me escandaliza más la coz dada por el estratega nacional, que las innumerables marrullerías que frecuentemente se dan en las corridas de toros.
OTRO CAMBIO DE LIDIA Los Fermines en Pamplona han hecho que me sienta cercano a una fiesta que no conozco, la de correr los toros. Ver esa multitud bullanguera huir desaforadamente frente a los toros y después de ganar distancia, esperar a que se les aproximen de nuevo para sentir, eso parece, el jadeo bestial de un animal que añade a sus cuernos abiertos y puntiagudos la inercia de sus 500 kilos de bajada rumbo a la plaza llena.
PITÓN IZQUIERDO Ahí donde esperan los celebrantes el encierro definitivo de los animales que serán lidiados por la tarde, terminan su corto e intenso juego con la muerte. ¿Me atrevería a correr los toros?
PITÓN IZQUIERDO OTRA VEZ Nunca me había parecido tan profundamente humano el juego con los toros. Será, tal vez, que no se le pueda poner fecha a la corrida de toros de Pamplona. El atuendo usado por los feriantes es el mismo desde hace años. No puede "fecharse" ninguna corrida por la moda en el vestir. Es tan permanente que eso ayuda que vea uno, no la anécdota del momento, sino el episodio inamovible del juego mortal. Es una fiesta del los humanos con los toros. El respeto al peligro, el atrevimiento, el desafío sin utilizar las capas ni muletas. El lector sabe que esos corredores no pueden llevar ningún artículo que sirva de engaño, es decir no pueden defenderse más que con la velocidad y el quiebre angustioso de última esperanza.
DESPLANTE Aún así, huyendo en el último momento un corredor no pudo evitar la muerte en Pamplona. Un toro de la 4ª corrida le hirió la yugular y el infeliz no pudo sobrevivir. Pero si la fiesta que seguirá por siempre. Es raro y trágico pero esas tradiciones parece que se nutren más que del espectáculo del alto riesgo y de las muertes que provoca.
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