martes, 25 de agosto de 2009

LAS VEGAS, LÁZARO CÁRDENAS, CORRIDAS VERDES


PITÓN DERECHO El área donde se encuentra la llamada Ciudad Pecaminosa (Sin City, por sus señas en inglés - como ahora se dice sangronamente) fue explorada por un franciscano (¡Válgame Santa Verónica!), en 1776 llamado Francisco Tomás Hermenegildo Garcés. Oteaba una posible ruta de enlace entre los asentamientos de Nuevo México con los de California a la sazón ambos novo hispanos. Medio siglo después los anglos aparecieron y ligaron, como corresponde a su índole, la exploración con la explotación de los entornos como tramperos y comerciantes de pieles. En su lento tanteo del territorio dejaron, a su vez, asentamientos en los desiertos, así que cuando el tratado de Guadalupe Hidalgo, perpetrado en 1848, dio posesión a los Estados Unidos, por esos rumbos ya había población anglo dispuesta a trabajar.
PITÓN IZQUIERDO Durante un siglo lo hicieron. Además, el desierto fue paso entre el Este y Oeste lo que dejó ciudades fantasmas como pasiles sobre el mar de arena. Hasta que se juntaron tres hechos torales para el surgimiento de Las Vegas: la construcción de la presa Hoover, la prohibición cardenista de los casinos mexicanos y la conducta peliculesca de los mafiosos italianos. Además de lo hacendoso de la población con valores anglos, estos son los pilares sobre los que Las Vegas deslumbra. La ciudad fue dotada de tanta electricidad que es la única urbe que puede verse por las noches desde las cápsulas espaciales. Para su mayor beneficio, el cierre de los casinos mexicanos canalizó muchos tahúres y adoradores de Birján a los tapetes y ruletas de Nevada. El resto de la existencia real puede verse en el mundo virtual cinematográfico de El Padrino.
¡AL TORO, AL TORO! Habrá que recordar que la prohibición puritana que imperó desde 1928 hasta 1933 solamente resecó la garganta de los alejados de la frontera del sur, down Mexico way. Muchas de las cervecerías de la frontera mexicana instaladas en Tijuana, Tecate, Mexicali, Ciudad Juárez, Reynosa, Piedras Negras, fermentaron océanos de ámbar, precisamente por dicha necesidad. Después, cuando los anglos reconsideraron el negocio que dejaban de hacer siendo abstemios, levantaron tanto la prohibición como los tarros y las copas y el negocio fronterizo mexicano trastabilló momentáneamente y mantuvo el equilibrio porque recurrió al apoyo del elemento nacional.
AHORA SÍ, PITÓN DERECHO Percibo algo similar a la próxima temporada taurina de Las Vegas. Durante años la más cercana fuente de corridas de toros, para los aficionados anglos, eran las fronteras mexicanas. Eso significó el auge para algunos empresarios fronterizos. Por ejemplo el bien recordado Mayor López Hurtado llegó a accionar una ganadería y cuatro plazas de toros en la frontera.
PITÓN IZQUIERDO Pero con el tiempo la sangre ritual derramada en las corridas y la necesaria muerte del toro, como alegoría misteriosa no fue comprendida por el público que se empezó a hacer caras porque paulatinamente era ablandado por la cultura de las sodas light y pastelillos aderezados con tocino y melazas indescriptibles. Se escandalizaron por la sangre y esa repulsión hizo que se abandonaran las plazas, algunas de las cuales cedieron sus espacios a los centros comerciales, donde precisamente, se expenden trozos refrigerados de los animales defendidos. Y en eso estábamos cuando suenan los clarines y aparecen los toros que serán corridos en el Equestrian Center of Las Vegas, Nevada, de la Unión Sajona Americana, (USA, por sus siglas en inglés) Órale.
PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ Para utilizar el caló imperante entre los chavos del barrio diríamos que así como nosotros les hicimos el paro cuando había prohibición del pisto, chelas y casinos, ahora les toca agarrar la onda y que nos hagan el paro con las corridas incruentas para que, última hora, se recupere la fiesta y todos felices y contentos.
PITÓN DERECHO Por su cuenta, la empresa BUSA ha asentado lo que pudiera ser el regreso a los ruedos de la fiesta brava en Tijuana. Lleva una media docena de corridas y dos pamplonadas. Entonces el augurio es que así como los anglos explotaron como solamente ellos saben hacerlo, la necesidad de muchos de arriesgar el sueldo en dos dados saltarines o en una mano de poker, también sepan alborotar a los que necesitan la emoción estética que emana de una serie de pases ligado con suavidad a un toro corniabierto y musculoso. Que se reparta la suerte y Santa Verónica lo quiera, para que la afición anglo se despabile en Las Vegas y regrese a la frontera mexicana donde seguirán, más que vislumbradas deseadas, las corridas rojas.

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