sábado, 17 de julio de 2010

MI AMIGO RICARDO TORRES SERNA



PITÓN DERECHO Ricardo Torres Serna, llevó un nombre iterado entre los toreros en los últimos cien años, aunque él no fue torero, sino taurófilo. Lo conocí cuando El Juli le brindó un toro en Calafia, lo que a su vez, propició entrevistarlo cuando devolvió la montera. El contenido de otra columna se la dediqué, en vida, al buen amigo Ricardo Torres, recientemente fallecido.

ENGANCHÓN Que el español agente de vinos Ricardo Torres Serna, estuviera en Calafia y El Juli le brindara un toro y que el suscrito fungiera como entrevistador, tiene su historia.

PITÓN IZQUIERDO Ésta se enlaza con un episodio muy anterior. Luis Sánchez, primer juez de Calafia que presidió una novillada hará unos 30 años, también fue amigo nuestro y el causante indirecto de la entrevista que dio lugar a que yo conociera a Ricardo. Su ceguera --la de Luis-- me urgió a narrar la corrida en un pequeño aparato que después le dejé para que escuchara lo acontecido. Por su enfermedad El Güicho ya tenía tiempo que ni pegado a la pantalla del televisor discernía las imágenes.

PITÓN DERECHO Con aires de narrador radiofónico, grabé para su consumo toda la corrida y le entregué la evidencia. En esa grabadora quedó la entrevista que hice al aficionado distinguido por el brindis y al que no se conocía en Calafia. Sentí que sería rematar toreramente mi debut y despedida de los micrófonos taurinos, si recogía su opinión sobre la rechifla con que despidieron a El Juli. ¿Consideraba justas las protestas por el desempeño del diestro?

PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Por supuesto que las desechó por frívolas y superficiales con argumentos que también quedaron grabados. Ya fuera de micrófono, seguimos con la charla y supe, además de su nombre, que él acompañaba en su periplo mexicano y con sus propios medios, a El Juli. Estaba firmemente convencido que era el mejor. Iniciamos una charla de taurófilos y precisamente esa misma noche me presentó a El Juli, quien amablemente me dedicó una biografía que un autor español había escrito sobre su vida.

PITÓN IZQUIERDO Nos vimos en dos o tres ocasiones en España, en ambiente inmejorable: toros, caldos, vino, tapas, empanadas, gambas, jamones. Extrañamente nunca señaló las razones de su inconmovible preferencia por El Juli. Él daba como hecho que ahí estaba lo que hacía El Juli frente al toro, ¿Qué caso tenía discutirlo? , y seguíamos con el simposio.

PITÓN DERECHO Este tipo de afición hermética, que no suelta prenda, tuvo su versión cachanilla con Vásquez Villalobos, también fallecido recientemente. Con él participé en varias tertulias en el Hotel Bremen, de Sevilla y aunque conocía a muchos toreros, jamás mostró --al menos frente a mí--, preferencia por ninguno. Decía cómo era tal o cual pase y cómo se ejecutaba de acuerdo a los cánones de la tauromaquia, pero nunca le escuché poner un ejemplo de carne y hueso, vestido de luces.

PITÓN DERECHO, OTRA VEZ De regreso con Ricardo: Asistiré a un homenaje a sus cenizas y me quedaré de ahora en adelante, con un recuerdo amable de ese mi amigo con quien me hermané en parrandas memorables. No omito señalar, como se dice en el lenguaje institucional, que en una ocasión me invitó a unas corridas en España y me dejó plantado porque el había ido a las islas portuguesas de Cabo Verde, a unos 4 mil kilómetros, a promover una emisión de estupendos vinos portugueses. No podía estar conmigo en Madrid, pero me corrió la invitación de pasar esos días en las islas, misma que no acepté por considerarla sobrera, como toro de reemplazo.

DESPLANTE La remembranza de los idos tiene su aguinaldo: Ricardo ya no cambiará de sonrisa, no se hará viejo, no tendrá otra camisa, siempre estará sonriente, tendiendo la mano firme, invitándome a comer gambas a las 10 de la mañana, guardándose para sí las razones en que cimentaba su admiración por El Juli. Así mantendré su cercanía el resto de mis días. Adiós, Ricardo.

ENMENDANDO EL TERRENO La alternancia de El Juli, Ponce y El Zotoluco, a la que me referí como ejemplo del muy visible sesgo anti juliano, no fue en San Fermín, sino en la Isidrada del 2005.

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