sábado, 20 de junio de 2009

Cuando hay cambio de lidia


PITÓN DERECHO En el artículo inmediato pasado empecé encastando ferias pueblerinas con festejos taurinos. También Santos patronos con fechas establecidas por años. Poco a poco entré en otro tema y rematé hablando de silencios y rechiflas. Si hubiera querido tratar lo que se conoce en la jerga taurina como cambio de lidia, ese hubiera sido un buen ejemplo. Los toros y los aficionados sabemos que un toro puede ser otro al del los inicios, y complicarle al torero la idea que tenía para lidiarlo. También algunos temas de esta columna se salen de sí mismos y desembocan en otros.

PITÓN IZQUIERDO Por razones de temperamento, raza, de peones que “tocan” al toro, pases de más, movimientos innecesarios y muchas otras calamidades que los toreros y aficionados repudian, un toro puede no cumplir, en el tercer tercio, con las expectativas que había generado en los dos anteriores. El matador en turno pudo visualizar, en los dos primeros segmentos, la adecuada lidia en el tercero, al ver como tomaba los engaños, metía la cabeza en el peto o perseguía a los banderilleros, como remataba, como se avisaba de lejos, o de cerca. Pero una cosa es esperar el estilo y otra que el toro cumpla las expectativas. El cambio no necesariamente es para mal. También el toro que no prometía, puede elevarse en un juego de calidad al final de su corta vida.

PITÓN DERECHO Se puede observar un comportamiento determinado en los dos primeros segmentos, observar un comportamiento pero luego, viene el cambio de lidia. Debiéramos puntualizar que para mayor eficacia en el lenguaje es el cambio que el torero debe hacer a su proyecto inicial, basado en lo que vio en los dos primeros tercios, una vez que el toro desarrolla otro comportamiento y exige consecuentemente, otro tipo de lidia. Para dar otro ejemplo de Cambio de lidia, en este momento se me ocurre corregir y ampliar algunos de las temas que intenté desarrollar en el anterior artículo.

PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Dije que la Santa Verónica tenía dos fechas para celebrarse, el 3 de febrero y el 12 de julio. Pues bien, les tengo noticias, son dos las Santas Verónicas. La que interesa a los tendidos es la del 3 de febrero. La del 12 de julio es una Santa, ésta italiana, que vivió en el siglo XVII y que, equivocadamente el libro que consulté a su cortísima biografía le ponen una imagen en donde está extendiendo el lienzo en que se encuentra el rostro de Jesús. Es decir, ponen la imagen de la Verónica judía vinculada al toreo y no la otra que sin menoscabo de sus méritos de santidad, no puede ligarse a la fiesta de toros. Aún así, pienso celebrar a la de la solera el próximo 12 de julio.

PITÓN IZQUIERDO También aprovecho el viaje para ampliar lo de la plaza de La Petatera. Es una plaza que se construye, año con año, para los festejos del Santo Felipe de Jesús el 5 de febrero, en Villa de Álvarez, Colima, cercana a la capital homónima y que se arma sobre una estructura de barrotes, troncos y tablas atados y asegurados fuertemente. Lo que sería los muros y paredes son petates tejidos con palmas, de ahí el nombre. Cuando terminan los festejos se desarma y queda el campo despejado, hasta el otro año en que los tres mil aficionados vuelven a llenarla. No debería uno perderse esas tardes de toros en La Petatera.

PITÓN DERECHO Y ya que hablamos de aprovechar el viaje y ya que utilicé los términos, comentaré la diferencia entre lidia y faena. Depende del diccionario consultado, puede uno encontrar que faenar se refiere a destazar los cuerpos vacunos y, como consecuencia la faena taurina sería el proceso previo, es decir la preparación de la muerte del toro. La lidia, por otro lado, es el quehacer frente al toro. Esto es, en tiempos en que el torear era la preparación de la muerte del toro se hablaba de faena. Por eso se decía que el pase inicial, la verónica era para preparar la muerte, que la pica, que las banderillas, que los quites, que los doblones también cumplían esa función. Cuando empezaron los toreros a deambular suntuosamente no frente al toro sino con el toro, que era criado para ese efecto, entonces los pases dejaron de ser eslabones orientados para la muerte. Se convirtieron los lances en obras de arte individuales y de contenido estético. Entonces la faena dejó de significar solamente algoritmo para la muerte.

DESPLANTE Aunque no todos los aficionados las disfrutan, hay lidias que consisten de pases aislados, uno aquí, otro por allá y, por supuesto, hay otras que son coreografías estructuradas que se arman ligando los pases adecuados a la condición del toro y al dominio del torero, que luego son rematadas con la estocada. Entonces la lidia y faena, en ocasiones intercambiables en estos tiempos, no tuvieron el mismo significado en anteriores.

PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Entonces, la faena se ha convertido en el tercio de los pases de muleta y de la estocada, claro. Ya no solamente el preámbulo de la sacrifico del toro. No, además se esperan los pases por alto, doblones, naturales, derechazos, dosantinas, poncinas, vitolinas, manoletinas, arrucinas, capetillinas, martinetes, macheteos y un larguísimo etcétera de lances que por si solos crean belleza y parecieran desprenderse, cuando resultaban hermosos, del resto de la tarde. Son autónomos de la muerte del toro

PITÓN IZQUIERDO Si estamos en México, esperamos muchos pases de muleta, en otras latitudes, no. Es decir, en otros ambientes taurinos el tercer tercio sigue siendo, más o menos, el preámbulo del volapié. Pocos pases, luego a matar.

DESPLANTE ¿Ahora si pude explicar lo que es cambio de lidia?

domingo, 7 de junio de 2009

Celebración de la Verónica


Eugenio Guerrero

PITÓN IZQUIERDO Hay muchas fechas del santoral católico ligadas a la tauromaquia. Para empezar veamos las ferias de Sevilla que se realiza inmediatamente después de la Semana Santa, que tiene fecha móvil. A la feria de Madrid se le menciona como la Isidrada por el santo que se celebra el 15 de mayo. La de Pamplona también conocida como San Fermines, por San Fermín, el 7 de julio. Las de Aguascalientes por San Marcos el 10 de abril. La corrida de toros de Villa de Álvarez, Colima, es en honor de San Felipe de Jesús, aunque la plaza es más conocida que el santo varón por los agnósticos, ya que se trata de La Petatera.
PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ Luna plaza en Sudamérica se llama La Macarena, virgen patrona de los toreros. Sería muy prolijo dictar el listado nominal de los santos y vírgenes de santas y santos, mártires y beatos y beatas que han presidido seriales de festejos taurinos. También la primara corrida celebrada en la capital de la Nueva España el 13 de agosto de 1529 fue para celebrar a San Hipólito en cuyo honor el virrey dispuso que se siguiera celebrando esa fiesta, en años venideros, por ser el día en que habían conquistado la gran Tenochitlan.
PITÓN DERECHO La celebración del 3 de febrero le corresponde a Santa Verónica aquella mujer piadosa que, según la tradición católica, enjugó el rostro de Jesús y dejó en su lienzo la faz verdadera, la vera icona, la verónica. De ahí pudiéramos postular que la santa que está más ligada, al menos por el nombre, a la tauromaquia es precisamente Santa Verónica, pues es en su honor que se ha bautizado el pase tan trascendental en la tauromaquia. Como se dijo, se celebra en febrero que es un mes no tan taurino en España, mas no en México porque es el mes en que se da la corrida más importante de nuestra fiesta mexicana, el aniversario de la México, dos días después del día de Santa Verónica, el 5 de Febrero. Algunos calendarios señalan el día de Santa Verónica el 12 de julio fecha cercana en cuyo momento celebraremos porque nos acomoda mejor.
PITÓN IZQUIERDO Esta vinculación toros-liturgias puede tener muchas explicaciones, pero la que mejor embona en el fondo de la tauromaquia es que la necesaria asociación de fiesta que no puede desligarse del eventual sacrificio que puede resultar mortal. Las lentas evoluciones parecidas al deambular por el altar, el rígido ropaje bruñido en oro y el respetuoso silencio previo a la estocada tienen analogía con ámbitos litúrgicos de mayor solemnidad. Luego viene el júbilo por la superación de la muerte
PITÓN DERECHO Hablando de silencios. El silencio que se hace en La Maestranza antes de la salida del toro es como desplomarse por entre la puerta de toriles y esperar que del oscuro corredor salga el oscuro toro con leña a más no poder, oteando por alguien que lo desafíe. El silencio que se pide a todos los aficionados y a la banda de música o del CD, para observar el intento de muerte, debe llamar la atención de los neófitos tanto como de los que ya llevamos años de ver cites y estocadas. Siempre habrá un momento de suspenso de respeto a la inminente muerte del toro y a la probable carne hendida del torero. No puede tener otro origen ese silencio que se pide antes de, que se concede durante y que se quiebra cuando la estocada derrumba al toro.

DESPLANTE El silencio, también es parte de la fiesta. Las rechiflas, también. Un torero oficia dentro del silencio, en medio de los óles y naufraga en las rechiflas. ¿Habrá un artista que tenga ese tipo de público? Cuando el torro se juega la vida y el público es indiferente y le pone más interés a las bocadillos que le ofrecen (Resulta que los globalizados ahora dirían, le ofertan) También cuando enciende la vela del arte e ilumina más que el sol, los truenos de los óles lo elevan en el cuenco de la adoración. El fracaso del torero empieza casi siempre por el fracaso de su hombría, porque se le nota el miedo. Hay un silencio que no es de nave catedralicia. Luego continúa por la falta de arte y la precaria técnica para resolver los problemas de un toro descastado, manso o resabiado, o bravo, que sería lo peor para un frustrado. La rechifla de esos momentos terminará siendo inolvidable para el torero y perfectamente trivial para los miembros de la sinfónica de silbidos. Uno como aficionado no puede imaginar a cuántos toreros les habrá cortado la afición con los chiflidos. Pero ellos bien que lo recordarán.

jueves, 14 de mayo de 2009

CAPETO II

PITÓN DERECHO En mi anterior macheteo recordé que el médico Xavier Campos Licastro no había atendido a Manuel Capetillo en ocasión del hoyanco de tórax que le dejó Camisero en marzo del 59. Pues bien, la razón es sencilla: Campos Licastro entró al personal médico de la México hasta 1963, aunque sí supo de la intervención quirúrgica del Dr. Niebla indirectamente por la evolución que públicamente se conocía de la recuperación de Manuel Capetillo. Además, en la Cruz Verde atendía un sinnúmero de accidentes, incluyendo cornadas de toros.
PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Si hemos de creerle al propio Campos Licastro en su obra Solo (Sic)...50 años de Operar Toreros resulta que la cornada no fue bien atendida y que se tardó más de lo técnicamente esperado para su restablecimiento. Se trató de una iatrogenia, como se denomina técnicamente lo que nosotros que no parlamos la jerga del quirófano, conocemos como negligencia médica. Durante toda su obra literaria Campos Licastro pondera su técnica y aportes (indudables) a la cirugía taurina y de refilón tiende al sol algunos trapitos percudidos de los habitantes del planeta taurino y en el caso que nos ocupa nos dice que Capetillo era proclive a la difusión, entre más gratuita mejor y que exageraba la importancia de los cates, buscando publicidad, porque los de la fuente querían estímulos.
PITON IZQUIERDO En el caso del cuerno derecho de Camisero nadie, en su juicio, puede negar que se quedó corto unos centímetros para causar la muerte. La gravedad del percance no se infló, ni se tuvo que exagerar la probabilidad de un siniestro desenlace.
Recordemos que nuestro juez de plaza el Dr. Leonardo Sepúlveda, era de la idea, a diferencia de Campos Licastro, que en los dominios de Hipócrates no había tal cirugía taurina o que no llegaba a ser una disciplina particular. En todo caso bastaba un buen traumatólogo para atender los eventos de lesiones en el ruedo que pudieran darse debido a las astas de toro. En este momento, habría que recordar aquel torero que recibió una cornada aquí en Mexicali y posteriormente en la Ciudad de México se le encontró otro recorrido interno de cuerno, que había pasado desapercibido o bien, le había tocado en suerte otra iatrogenia o un tratamiento chambón de su lesión. Por su parte Campos Licastro eleva la atención de heridas por cuerno a una rama de la cirugía y mucha de la satisfacción que se llevó a la tumba es el hecho que, por su tenacidad, se celebren en el planeta de los toros congresos dedicados a la cirugía taurina. Muchísimas iatrogenias, incluyendo la rodilla del Rey David, fueron notadas por Campos Licastro en tan interesante libro.
PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ La tragedia es parte del público de las corridas. Sólo que es un tipo de espectador que en el momento menos pensado brinca como espontáneo, es decir, se aparece cuando regularmente nadie lo espera y se encarama en la testuz armada. Causa tanta conmoción que borra al resto de los participantes cuando sangra al embestido. Es tan patética la cornada que cuando hace carne con alguna seriedad, sienta sus reales y margina al resto de la tarde y de los asistentes
PITON DERECHO Como ejemplo de lo anterior, pocos recuerdan que cuando murió Sánchez Mejías su alternante fue Armillita, cuando se dio el dúo Islero-Manolete, lo fueron Dominguín y Gitanillo de Triana (Rafael), cuando murió Gitanillo de Triana (Francisco), se trató de Lalanda. En Pozoblanco cuando Paquirri, fue el Yiyo, cuando le llegó el turno a éste, fue Antoñete. Cuando murió Joselito fue Ignacio Sánchez Mejías. En la tarde aciaga de Balderas recibió la alternativa Andrés Blando. En la tarde de Camisero-Capetillo alternaron Lorenzo Garza, en su segunda etapa y El Ranchero Jorge Aguilar.
DESPLANTE Tengo que volver a los muletazos de Capetillo y como el mensaje de la imagen muchas veces es superior al de palabras, observen la inclinación de Capeto, la longitud del envío, el letargo del instante, la somnolencia del momento, el ademán parecido a Silverio. Casi como variación del tema del paso doble de Lara, parece que se asoma para verse torear a sí mismo ¿Cómo pudieron ser captados todos esos detalles portentosos por los pinceles de Pancho Flores?

sábado, 9 de mayo de 2009

CAPETO




PITÓN DERECHO Para ser buen fotógrafo de cualquier actividad, el fotógrafo tiene que adentrarse en el tema y hasta disfrutarlo porque si no lo hace, las fotos nomás salen, sin decir nada, simples testimonios sin magnitud de la trascendencia. Ahora imaginemos a un pintor taurino. Está claro que si no le gusta el arte taurino solamente le salen los cuadros con toros y toreros y capotazos. Aunque venda mucho los cuadros. Pero si su afición taurina se adosa a la destreza técnica entonces con el pincel podrá abrir el lienzo como ventana para que se cuele la estética inmovilizada de un pase conmovedor.

PITÓN IZQUIERDO En la Tauromaquia de Pancho Flores, entre un medio centenar de óleos, aflora un derechazo de Capetillo. Con esa pintura Pancho Flores dice todo lo que se ha dicho con motivo del recientemente fallecido artista de la tauromaquia. Además, a colores. Se percibe el porte altísimo, para ser torero, de Manuel Capetillo. Necesitaba la inclinación para la reunión con el toro. Alto, de brazos longos sus muletazos tardaban en despedir al toro. Era el mismo tiempo que se dilataba el óle en las gargantas. La pintura de Flores cristaliza el momento pero, y esto es la magia del arte, deja que el ritmo siga embelleciendo el pase. La magia también aparece en las fotos de los periódicos.


PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ Ese alargamiento de brazos, piernas y tiempo obligaba al temple. Sin el temple un pase con ese formato de geometría y duración no sería otra cosa que un largo trazo desabrido. Pero con la sazón del temple, con esa sincronía de latidos y óles unísonos y el amalgamiento de muleta y cornamenta lo superfluo se margina y sólo quedaba la belleza evolucionando con telas, colores, cuernos y oros. Eso lo lograba Manuel Capetillo con mucha frecuencia y según aprecio, su hijo Guillermo hubiera sido el heredero de tan distinguida dote taurómaca. Lástima que se le haya ido la enjundia entre tanta tele comedia, pero según el supra escrito, Guillermo Capetillo resulta ser el gran deudor de la dinastía porque no quiso disfrutar el sol y el oro y prefirió los reflectores.

PITÓN DERECHO Tuve la rara fortuna de ver aquella cogida del tórax en la México, Corrida 13 de la temporada, en marzo del 59. Cuando el toro Camisero lo prendió Capetillo se asió firme y desesperadamente del cuerno y con ambas puños crispados hizo una especie de arandela para que no siguiera el cuerno hendiendo carne y astillando huesos rumbo al corazón. Esa defensa no impidió que el toro lo zarandeara durante algunos segundos interminables pero evitó mayores daños. Tampoco se salvó de una convalecencia larga y expectante. Conservó la vida y todavía entregó algunas tardes memorables.

PITÓN DERECHO, OTRA VEZ En Las Cornadas, Ignacio Solares transcribe las palabras de Capetillo, quien recuerda que una medalla de oro que portaba esa tarde aciaga había desaparecido durante el trágico zangoloteo. Tiempo después el valuador de una oficina del Monte de Piedad y se la devolvió abollada y con valor sentimental acrecentado. .

PITÓN IZQUIERDO No fue Campos Licastro el médico que lo atendió sino Luis Niebla Ruiz.

DESPLANTE Otro eslabón de una gran dinastía que se incorpora a la memoria colectiva de los aficionados.

domingo, 26 de abril de 2009

Toros en la TV norteamericana

PITÓN DERECHO Debajo de las vestimentas culturales tan variadas, existe la sustancia humana tan homogénea. Por muy humanitarias que aparentan ser algunas culturas que impiden la celebración de las corridas de toros, no por eso sus miembros cancelan su proclividad a la práctica de actividades violentas como la cacería, la guerra exportadora de la democracia, los abortos, los torneos boxísticos, los topes que se dan con cascos diseñados para el efecto, la lucha olímpica y torsiones de brazos y piernas de volúmenes esteróidicos (Si se permite el neologismo), las atroces leyes anti migrantes, el arrobo con que contemplan películas que borbotean sangre, la humillante discriminación a mujeres, el diseño de video juegos que desembocan en lagos hemáticos, el arponeo certero de ballenas, los garrotazos a focas recién nacidas, el sádico arrasamiento de regímenes no afines. Et cétera.
PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Como la propensión a la violencia de las sociedades no encuentra desembocaduras en todos los países, entonces la condición humana las busca en el extranjero. En el caso de las corridas de toros, a la usanza española, la afición que no cuenta con permiso para realizarlas y no tienen la oportunidad de ir al extranjero, llevan a cabo simulacros taurinos dentro de sus fronteras. Por ejemplo, los anglos efectúan corridas con toros sin picadores, banderilleros ni estocadas. Es decir lo hacen sin rasguñarlos. Por eso creo que resultará interesante lo que a continuación relato:
PITÓN IZQUIERDO Este domingo 19 de abril atestigüé en un canal de televisión el programa 60 Minutes, que es una de las muchas ideas de la TV norteamericana copiadas diligentemente por nuestros creadores de programas “mexicanos” que clonan a los que se dejan pero que, sin duda alguna lo hacen para vigorizar nuestra cultura tan desguanzada por la globalización.
PITÓN DERECHO En este programa dominical, uno de los tres sectores que lo forman, fue dedicado a los dos hijos toreros del español Paquirri Rivera quien murió casi en cuanto se descolgó del astifino Avispado, de Sayalero y Bandrés, en 1984. Lo sorprendente del caso es que pasaron trozos de algunas faenas de los hijos de Paquirri ya con los toros picados, banderillados y con cordeles de hemoglobina. También vimos las entradas a matar sin que se les diera mucho espacio en pantalla, pero se reconocía la espada, el cite, la carga y la clavada. Esto en TV norteamericana, en hora de gran audiencia.
PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Sorprendente. Además, ambos hermanos tuvieron sendas entrevistas con preguntas que orbitaban su afición, sus miedos y su forma personal de hacer el efímero arte taurino. Aunque, como es sabido por todos, los anglos dicen bullfight y bullfighters (Combate de toros y combatientes de toros, respectivamente), lo que es un disparate que arraiga la idea de una actividad de gladiadores que se afanan en un deporte extremo. Sólo que en este caso, por el sentido dado a las entrevistas no quedó la impresión que el reportero cubriera un X- Sport, sino que en verdad, se adentraba a un arte lleno de miedo y de un ballet en el que la materia prima con que se complementa el torero, resulta ser una fiera que puede herirlo mortalmente. Esto, tengo que repetirlo, en TV norteamericana y en tiempo de gran audiencia.
PITÓN IZQUIERDO Increíblemente hasta osaron pasar el momento de la cornada a Paquirri, su penoso traslado a la enfermería precaria de Pozoblanco y las últimas instrucciones, ya muy demacrado, a los mirones pasmados por el percance. Era de esperar que presentaran también al torero que mató a Avispado, El Yiyo, quien a su vez, murió cornado en Madrid un año después por el agónico sexto de la tarde Burlero, de Marcos Núñez Este toro herido de muerte lo tiró a la arena y lo levantó con el cuerno metido en el corazón. Algún periodista aventura la sospecha que ambos murieron al mismo tiempo. Pero en el programa de TV ni mencionaron a este único torero que ha matado dos toros que han causado la muerte a sus respectivos lidiadores. Tal vez hubiera colmado la tolerancia del público norteamericano tan afecto a los records.
PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ Esperemos el próximo domingo el sabroso comentario colectivo de la audiencia, si es que se inconforma con la aparición de los bullfighters en la pantalla cada vez menos puritana. El canal acostumbra sacar al aire las opiniones adversas a sus programas; nunca las favorables, ya que éstas las miden con el por ciento de los mirones habituales.
PITÓN DERECHO Una golondrina no hace verano, de acuerdo, pero cómo nos gustaría que ese programa fuera una luz por donde se colara la afición taurina norteamericana (Recuerden que hay unas cincuenta peñas taurinas en el Internet, localizadas en territorio de los EUA) para realizar más corridas incruentas y que por las modalidades que necesariamente incorporarían, aportarían otro elemento autóctono del continente americano que, eventualmente, enriqueciera la fiesta nacional española, para agüite de los carpetovetónicos y júbilo de los demás aficionados.
PITÓN IZQUIERDO La pesadilla para los carpetovetónicos sería que, así como ahora los norteamericanos son ya una potencia continental en el soccer varonil y campeones mundiales en el femenil, después de pocos años y de inversiones millonarias en las escuelas, lo descollaran en la tauromaquia incruenta con sus respectivas ganaderías fumigadas y escuelas de bullfighters, con porristas en levis, peinetas multicolores y la hermosura y desparpajo de las american girls evolucionando en las arenas con aire acondicionado.¿Llegará ese día?
DESPLANTE Ozú.

sábado, 18 de abril de 2009

Las confusiones

Eugenio Guerrero

PITÓN DERECHO Confundir a una Manola con una Flamenca es como asegurar que la plaza de Las Ventas es lo mismo que la plaza de La Maestranza. Los linajes de cada plaza son distintos y ambos estupendos. Las Manolas son tan madrileñas como las Flamencas andaluzas y cuando uno las ve venir ambas traen su aire cautivante y avasallador. Los mantones de seda con que cubren sus hombros son de Manila. La Nao de China (En realidad debiera decirse de las Filipinas) vía la Nueva España aportó al folclore de la Madre Patria el mantón y el abanico. Dicho esto, evitemos confundir las manolas con las flamencas o a los chulos con los mafiosos.

PITÓN IZQUIERDO Esto viene al cuento porque en la anterior columna dije que el domingo 29 de marzo de 2009, el torero Rivera había salido a torear con atuendo de mafioso, como Don Corleone. Pues no, salió como chulo madrileño. Pero no dejó de llamar la atención porque sus acompañantes lo hicieron como camperos y él lo hizo como garbeando por la calla de Alcalá. Recordé también, al verlo tocado por sombrero de ala ancha, al Spirit, aquel personaje fantástico de los pasquines de otra épocas brumosas por los años que han pasado. Vaya la solicitud de una disculpa a un miembro de tercera generación de la dinastía de los Rivera.

PITÓN DERECHO Y a propósito de Curro Rivera. Aquí en Calafia le vimos algunas faenas memorables. La primera bronca de Calafia lo tuvo a él como protagonista. Esa tarde por el sonido se dijo que el que tuviera más premios ganaría el trofeo El Curro hizo lo mejor de la tarde, pero no tuvo el premio que le correspondía. Disparatadamente sometieron a aplauso la entrega de los otros alternantes y él no quiso participar en el sainete. El ganón fue uno, sin pudor, que se lo agandalló con gran sonrisa. Pero si hablamos de faenas memorables debemos recordar el domingo 22 de mayo de 1972 en que fue cortado el último rabo en Las Ventas por un torero a pié. Ese rabo lo cortó el español Palomo Linares y muchos exigentes ( Y Las Ventas casi se rebosa con exigentes), creyeron que fue excesiva la premiación, tal vez la mayoría había pensado en dos orejas, pero el presidente mandó cortar el rabo. Esa tarde Palomo alternó con Curro Rivera y otro que quedó en el olvido y creo que ahí está la explicación de por qué, a pesar que no fue en ese sentido la solicitud, se cortó el rabo. Esta columna, graduada en el sospechosismo, cree tener el hilo explicatorio del evento.

PITÓN DERECHO, OTRA VEZ El caso es que Curro Rivera estaba en plenitud de su excelencia como torero. Esa tarde ya había cortado dos orejas a su primero y lo mismo había hecho Palomo Linares en el suyo. Ahí se apareció el fantasma que recorre los ruedos de España conocido por el nombre de Carpetovetónico. Por cerrarle puerta a un posible empate ante la concurrencia conocedora, otorgaron el rabo en el segundo de Palomo y San se Acabó. Y después de ser tan parcos los madrileños para cercenar rabos (El último había sido cortado en 1942 por Lalanda y el anterior seis años antes. precisamente por el novillero Lorenzo Garza, en 1936) no iban a cortar un segundo la misma tarde. Sin embargo Curro no se amilanó y, cómo habrá toreado que el público aún saboreando la faena del de Linares, apreciaron lo que hizo el Curro y le concedieron otras dos orejas al mexicano. Es conocido el hecho que al Señor Juez lo corrieron al otro día por dadivoso.

PITÓN IZQUIERDO Este rabo para Garza merece un párrafo completo. Según Garza en la entrevista que le hace Pagés Rebollar fueron dos y fue la tarde en que El Soldado mató citando con un pañuelo y cortó rabo. Luego Garza en el siguiente toro citó a cuerpo limpio y también cortó rabo. Estamos hablando de las Ventas de Madrid, nada más, ni nada menos. Esto es, dos rabos la misma tarde en Las Ventas y ambos para mexicanos. Después de la proeza pasaron años antes del corte de uno por Lalanda.

PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ Debemos acallar las campanas patrioteras porque según el libro que consulte uno, son los premios y éxitos. Es así como desaparecen las hazañas homéricas que uno como mexicano disfrutaba en su autenticidad hasta que no llega el mentís de algún aparentemente mejor informado. Por ejemplo, todos sabemos que una tarde memorable Armillita después de pinchar cinco, seis veces, cortó las orejas y el rabo a un toro en Madrid. Pues bien, un taurino más o menos amigo mío, pero español, dijo que no. Que no se dio tal proeza. Que en ningún libro dice esto de la premiación . Yo le dije que en cuando menos tres libros de mi propiedad se asentaba esa noticia. El me contestó “Hombre, los habrás escrito tú”

PITÓN DERECHO El propio Armillita recuerda otra de sus memorables actuaciones: “La tarde más espectacular de mi vida, Pepe, tuvo lugar en Barcelona una vez que alterné con Belmonte y Lalanda. Belmonte cortó una oreja, Lalanda dos orejas, un rabo y una pata. Yo por primera vez en la historia del toreo corté cuatro patas, dos orejas, el rabo y los testículos de Clavelito, toro de la ganadería Justo Puente” Esto aparece en el libro “Los machos de los toreros” de José Pagés Rebollar, Página 6.

PITÓN IZQUIERDO Pero algo hay de inconsistencia en la historia. Paco Malgesto, en su libro “Armillita, Maestro de Maestros”, dice que fue el 26 de julio de 1934. Coincide en los nombres de los alternantes, pero aquí Belmonte sólo dio la vuelta al ruedo. Los premios de Lalanda y de Armillita son los mismos, el toro si fue Clavelito pero fue de Vicente Martínez. Página 104. En esta corrida del 29 de marzo en Calafia, el toro de Rivera llevó precisamente el nombre de Clavelito.

DESPLANTE En una ocasión discutía con otro aficionado de unas actuaciones y ponderábamos las faenas de los toreros con tan distintos criterios que un recién llegado nos preguntó:”¿Están hablando de la misma corrida?” Así pudiéramos cerrar esta columna preguntándonos, ¿Estaremos hablando de las mismas tardes?

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sábado, 4 de abril de 2009

TORO CHICO

PITÓN DERECHO Lo que vimos el domingo 29 de marzo fue un festival con animales al tamaño de lo acostumbrado en festivales. Hablamos de tamaño, no de edad. Los de pié sin el miedo de la catadura y con la confianza de los cuernos casi de utilería, tomaron las cosas con tranquilidad Y por momentos se adentraron en el arte de la tauromaquia y torearon.
PITÓN IZQUIERDO La pregunta que se hace en esta columna es ¿Por qué cuando se torea bien, se olvida un poco o un mucho, el tamaño del animal? Los exigentes no aceptan nada que no sea frente a una mole con cuernos masivos. Toro grande aunque no embista. Caballo grande, aunque no ande. Los que somos tolerantes, nos parece que lo bien toreado, aunque sea en un salón.
PITÓN DERECHO Decía Manolo, cuando alguien le mostraba como dar los pases, “ Ya nomás te falta el toro” Con lo que descartaba lo que no fuera hecho ante un toro, no tendría valor. Si fuéramos recalcitrantes eso le pudo haber dicho a los del domingo. Pero yo no y menos si vistieron como camperos aunque uno pareció mafioso.
PITÓN IZQUIERDO Siguiendo con el ítem del tamaño. Antonio de la Villa escribió su libro Manolete Otra época del toreo. Editorial Leyenda S.A. México, 1946. Libro que encontré en una miscelánea chilanga y que compré en 15 pesos, en 1978. Ese mismo autor tiene la biografía Belmonte, de 1928 y por la cual estaría yo dispuesto pagar el doble.
PITÓN DERECHO Menciono la biografía de Manolete porque en ella el autor entrevista al Monstruo de Córdoba y le pregunta sobre el tamaño de los toros. Sin que nadie pudiera vislumbrar que al año siguiente saldría a la arena Islero. Ya se sabe que muchos afirman que eso de “el toro chico y billete grande” tuvo su culminación, si no es que su inauguración como triquiñuela usual, en la época de Manolete. ¿Por qué puede la muchedumbre perdonarle a las figuras tamaño embuste?
PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Por la razón que arriba insinué: Lo bien toreado, aunque sea en un salón. En este Festival de la Dinastía Arruza banderilló bien. JR Ramírez dio buenos naturales. H. Flores nos obsequió con verónicas sin pasito atrás, a pié juntos, ¡Y esos naturales!. El Calesa nos regaló verónicas con clase de la familia. A. Gutiérrez se prodigó con sus verónicas, mandiles, chicuelinas actuales y antiguas, banderillas, quiebres, el violín acalafiado, los naturales de pintura en medio de un vendaval de navegación a vela. F. Rivera vestido como Don Corleone no tuvo suerte. Los animales todos ellos chicos fueron picados en la barrera de matadores.
PITÓN IZQUIERDO Pues bien, Manolete contesta a De la Villa con la sensatez de la que hacía gala cuando toreaba,:”Esto es todo un cuento Y sobre él se ha venido hablando en todos los tiempos. El toro, lo mismo da que sea grande, que sea chico. Lo esencial es que tenga casta, que embista y que no saque malas intenciones.”
PITÓN DERECHO Sigue Manolete: “Yo he leído mucho de toros y toreros y da la casualidad que me he encontrado siempre con algo sintomático, que es una triste lección en la tragedia. Vea Ud. El caso del toro Perdigón que acaba con la vida de Espartero en Madrid. Un gran revistero de aquella época los describe en esta forma ´Negro, escurrido de carnes, agalgado, pequeño y con pocas armaduras´¨ .
PITÓN DERECHO, OTRA VEZ Ilustra Manolete: “Del veragueño que segó en flor la vida de aquel otro gran torero valenciano que se llamaba Granero, coincidieron los apologistas en decir que era el más pequeño de todos los lidiados. Para añadidura ahí está Bailador (Sic) que en Talavera termina con aquella gran potencia de maestro, llamado Joselito, y que era un verdadero becerro en todos los aspectos.” Para complementar lo dicho por Manolete nos cuenta una anécdota que Joselito murió precisamente por contestarle a un aficionado que le hizo burla por el tamaño de Bailaor. Cuando Joselito encarando al inconforme decía que todos los toros eran de cuidado, recibió la cornada.
PITÓN IZQUIERDO Pues bien, si Usted ha tenido la fortuna de deambular por el museo de la Maestranza de Sevilla le habrán señalado la cabeza de la madre de Islero diciendo que el ganadero de Miura no soportaba tener en sus dehesas a la madre del toro que había quitado la vida a Manolete. por eso la había sacrificado. Pero el caso es que Manolete fue herido en Linares, no en Sevilla y es en esta ciudad donde se encuentra la cabeza de Islera.
PERDIÉNDOLE LA CARA AL TORO Y la pregunta obligada es, ¿Dónde está la cabeza de Islero? Algunos escritores dicen que precisamente por el tamaño de la cornamenta y el arreglo correspondiente es por lo que no aparece dicha cabeza asesina en ningún escaparate de España. No la exhiben, porque se exhibirían. Y eso que se trata de Manolete, que nunca se inconformó por la pequeñez de los toros que despachaba.
PITÓN IZQUIERDO Entonces, ¿Cuál es el caso de menospreciar lo que se hizo ante animales de tan escasa romana en este festival calafeño, si se trataba de figuras en el retiro, o en activo, pero que torean poco?
PITÓN DERECHO Recuerdo la única vez que he sido juez en un festival, en el Lienzo Charro, ahora arrasado para darle paso a un zoco globalizado Los animales eran de reducido tamaño. Martín del Campo, Juan y Quico Santana presentaron a los novilleros Iñaki, Galindo, La Hoz y Cantú. Ganado de La Fortuna y de La Misión. Fue el domingo 7 de abril de 1991. A Cantú le concedí una oreja por solicitud del respetable. Juan Santana me organizó un coro: “Uuunaaaa, doooos, treeesss...&%#” el Juez” del ya no tan respetable, porque no le concedí un premio a Galindo. En mi apreciación el tamaño del animal no fue razón para desmeritar el desempeño del torero.
DESPLANTE Ahora, si queremos tamaño ¿Cuándo traen a El Pana? Ese si anda cargando con animales considerables. Cuando tienen trapío los animales hacen retemblar la arena con sus kilos y seriedad, pero los pequeños bravos también emocionan cuando los toreros los tratan con arte.

sábado, 21 de marzo de 2009

MARIA Y LOS 2 M

MARÍA, MANOLETE Y MANOLO MARTINEZ.

(2 de agosto 2005)
En mi envío del 30 de agosto del pasado año, recordé a María Félix y cómo había marcado una tarde de toros de un niño que no vio ni a Silverio ni a Manolete, sólo a ella. Después, por lecturas supe de la trascendencia taurina de tal fecha. La corrida sí tuve que conocerla por libros. Pero el recuerdo de su traje color rosa pálido, en esa tarde de toros, su cabellera de hipérbole y su barbilla de chabacano y su rostro dentro de la camioneta rodeada de pueblo, no la he tenido que rescatar de ninguna fuente. Murió ya vieja. Alguna pócima misteriosa es vertida por la muerte sobre los maltratos de la edad. Ahora ya muerta María vuelve a ser la de aquel entonces. La del momento pleno. La muerte va borrando la imagen añosa de sus últimos tiempos y dibuja su apogeo de hace más de 50 años. No fue buena actriz. Nunca fue simpática. No era ingeniosa. Tenía manos de maquinista. Afortunadamente cuando la obra de arte es perfecta, tolera defectos.

Voy a dejarla un rato, pero luego vuelvo.

Para aquellos lectores que no se han metido en el ambiente de la fiesta brava, habrá que decirles que es frecuente que los aficionados declaren tener su torero. Así dicen: mi torero es Fulano de Tal. .Esto significa que para el admirador ese torero es causa de su afición y muchas veces cuando se retira el torero, o muere, el aficionado no vuelve a aparecer en la plaza. Claro, hay aficionados que tienen el gusto muy variadito y se vuelan con la mayoría de los diestros y nunca extrañan a ninguno que se haya retirado o muerto. A todos les encuentran algún capotazo plausible. Pero hay una medida para esa admiración monolítica, esa que se siente por algún torero y es sencilla: Suele suceder que uno al defender a su torero de las comparaciones inevitables, pierde la compostura y termina siendo un bravucón callejero.
Entre los taurinos de Mexicali están dos hermanos gemelos: los Rincón del Ángel. Con los dos se puede platicar de toros. Con mucha frecuencia sus amistades tomaban a uno por el otro, porque eran parecidísimos. (Yo era más amigo del que se parecía más; eso me ponía salvo de la confusión). En un viaje aéreo uno de los dos estaba a mi lado. Le pregunté quién era su torero.

Intercambié confesiones con Rincón del Ángel: su torero era Alfredo Leal. El mío Manolo Martínez. Sí, ese del gran capote, el Manolo Telones, el de la muleta desproporcionada, el que toreaba con el pico. El que no daba gusto al capricho del vulgo. (Pero cuando la obra de arte es perfecta, tolera defectos.) El Manolo de las verónicas interminables, el de los naturales de frente, el de las chicuelinas que nacían templadas y se replegaban en el segundo tiempo y morían durante la cadena perpetua de ritmo y suavidad, que duraba 3 segundos. Ese era mi torero. Manolo y ya, como el pase del desdén. No banderilleaba, mataba mal, era sangrón, no era pinturero, ni alegre. Nunca mendigó oreja alguna. Era el mejor.

Cuando se retiró la primera vez, en el 30 de mayo de 1982, se encerró con 6 toros en la Monumental México. El ganadero Quico Santana me obsequió un boleto en el segundo tendido, 16ª fila. Era una proeza conseguir entradas. La Monumental México despedía a su torero. La corrida se esfumó entre la gritería de quienes creían ver por última vez a Manolo. Antes de la salida del enésimo toro, algún murmullo me hizo volver la vista. Atrás, arriba en un palco la belleza reclamaba el tributo del público: María Félix presidía el anochecer taurino.

Un pariente lejano del arrobamiento de hacía 36 años, me asedió. Aquella vez vestida de rosa pálido, ahora una cinta sobre su frente y ella centrada en el palco oscuro que le servía de estuche.

A su último toro, TODA UNA ÉPOCA, Manolo Martínez le cortó el rabo. Fue al único de la tarde que le dio chicuelinas. El público lo acompañó alborotado y lo tragó en su última vuelta al ruedo. Mi torero se estaba despidiendo a lo grande. Atrás de mí, sin embargo sentía el peso de María Félix. Hermosa. Callada e imperturbable. No me molesté en ver a su compañía. Era ella y ya. Curioso: las dos veces que la vi, fue en una corrida memorable. Aquella vez Manolete y Silverio. La última con Manolo Martínez.

Por supuesto que me trastabilla la imaginación la belleza de Greta, Ingrid, Michelle. Y aquellos naturales increíbles de El Pana cerca de querencia en Calafia. La media trinchera seguida por un forzado de El Juli, bajo el aguacero en Sevilla. Las evoluciones de Luis Fernando Sánchez en una temporada rarísima en Ensenada, en 1988. El batallar sabio y furioso de Mariano ante las puñaladas de un morlaco en la México, la parsimonia de José Tomás en la mejor faena del 2001, de la México. Rosana Podestá , Claudia Cardinale, Natassia Kinski. Claro, pero ¿tiene sentido seguir? Manolo, María y ya.

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El Juli como nunca

EL JULI COMO NUNCA; LA MUCHEDUMBRE COMO SIEMPRE. (5 de mayo de 2002)

Si alguna vez El Juli toreó como el domingo, sólo él pudiera decirlo o su padre o Ricardo Torres III usual espectador de sus tardes. Qué forma de entender al segundo de su lote, Almirante, negro listón y vuelto. Al ver que cabeceaba al final del lance hacia el lado derecho, entonces decidió torearlo por el izquierdo con serenidad, lentitud y temple, tanto en los naturales como en los remates. Cuando el toro, el público, el torero y la tarde se habían cebado en el festín de izquierdas, después de una de tantas series El Juli se puso la muleta a la derecha...arriesgando la faena para torear por el lado peligroso. Maestro, si ya tenía en la izquierda al toro, al público, al arte; ¿Para qué tomar un riesgo innecesario?

Pero se trataba de El Juli.

Se acercó a Almirante. Lo incitó y el Barralva acudió con lentitud. El primer tiempo del primer pase fue de tanteo, el segundo de temple y el tercero de mando ¡En un solo pase tantea, templa y manda! Y eso que era el primer pase por el lado peligroso. El riesgo de un derrote no desaparece nunca, ni en ese toro ni en ningún otro. Pero ese ejemplar de Barralva ya no punteaba por la derecha como lo había hecho cinco minutos antes. ¡El Juli le había corregido la embestida derecha, suavizándole el cuerno derecho, toreándolo momentos antes por el izquierdo! Alguna vez leí que esa misma proeza la había descubierto Pepe Alameda de la lidia que Manolete dio a Espinoso de Torrecilla, en una tarde de nostálgicos daños colaterales para este aficionado. Pues bien, El Juli había corregido con la izquierda la embestida derecha del Barralva. Ya con la diestra armada, dos veces dio la dosantina y en una de ellas no deshizo el arco de tan expuesto pase circular, con el forzado sino que, con el vuelo final de la franela, alcanzó a añadir otro media trinchera. Esos momentos duraron una eternidad. Ya en los quites con ese mismo toro El Juli había dado las verónicas más detenidas en el tiempo con el temple más lento e interminable que hemos visto en años.

El Juli, en esa tarde, fue el arte.

Uno ve el arte del toreo cuando El Juli torea. El arte nos hace olvidar la personalidad de El Juli. Cuando Manolo estaba en Manolo, uno nunca lo dejaba de ver; ahora cuando El Juli torea si dejo ver a El Juli. Las tardes en que Manolo brillaba, era Manolo. Cuando brilla El Juli, es el arte. Diré yo, y aquí tal vez nadie me acompañe, que Manolo era la personalidad pasmosa que hacía arte. El Juli nos hace sentir que el arte taurino no tiene autor, o no lo necesita porque aparece como milagro donde se congracian sedas, cuernos, vuelos y embestidas. ¡Que hermosura de tarde! Las Hijas de Tijuana florecían en aplausos y sonrisas mientras que El Juli llenaba el ruedo con su arte. Después de descabellar en el segundo, muchos pedimos la oreja, pero algunos atolondrados muy ruidosos impidieron el corte y hasta la vuelta al ruedo. A pesar de los fallidos intentos de muerte, merecía apéndices. Fue el triunfador de esa tarde y dudo que alguien pudiera hacerlo a un lado, en esta temporada, o en otras, y asentar otra obra taurina como la que El Juli hizo con Almirante, negro listón y vuelto, en Tijuana, México, el 5 de mayo del 2002. La mayoría de los asistentes salió creyendo que todavía El Juli debía algo y que ella resultaba ser la acreedora. ¿Y Barralva? ¿Porqué mandan a Tijuana a los vástagos menores de tan reconocida ganadería? Los toros de Barralva salieron bravos aunque con cornamenta destartalada, tumbaron caballos, embistieron en barrera de matadores, algunos fueron picados de más. Aunque hay que decirlo, las graderías casi siempre creen que se pica de más y se lo hacen sentir con abucheos al montado. El Miura II tocó tierra y la plebe lo celebró, porque como siempre, dictamina que los picadores se mandan solos, así que esos percances peligrosos lo toman como una especie de justicia taurina. Los montados son los truhanes favoritos de los silbidos, aquí y en cualquier otra plaza de toros. ¿Por qué el respetable no silba cuando ninguno de los animales ocupa el lado de los círculos que les corresponde? Algún aficionado le bajó elogios a la tarde juliana diciendo que en la México, no hubieran permitido tamaños toritos. No me diga que en Tijuana los aficionados no premiaron a El Juli por el tamaño de los toros. Fue porque no mató a la primera. Querían que matara como el otro torero que tumbó a uno de sus toros con un deficientísimo pulmonazo que produjo una hemorragia que, en cualquier plaza con un juez más exigente, le hubieran descontado cualquier mérito previo. Con decirles que tuvieron que llevarse la morcilla en carretilla. Nos quedamos con la opinión del Ingeniero Carlos García Aranda, “El Tigre” que se dolió del predominio del alborozo villamelón en la concesión de trofeos.

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Cornada Mortal

EL MIEDO A LA VIDA FUERA DEL RUEDO

Recientemente casi al término de la suerte del volapié, el matador Cavazos no pudo vaciar al toro y se recostó en la cuna hecha por los cuernos y el animal, herido de muerte pero todavía con fuerza en el cuello musculoso, con un movimiento de pala, elevó al diestro y lo hizo volar desde su testuz hasta el rabo. El matador dio de cabeza en la arena. La pesada caída sugirió una fractura de vértebras cervicales. Las asistencias capotearon y alejaron al animal de su matador. Éste quedó desmadejado y fue sacado por sus peones rumbo a la enfermería. Ahí, una vez aplicados los atenciones de emergencia le colocaron una collera para quitarle presión al cuello lastimado. Afortunadamente se recuperará con el tiempo.

En 1985 El Yiyo Cubero murió en circunstancias similares: después de estoquear mortalmente al toro, le perdió la vista y con una embestida agónica el toro lo derribó. Ahí, sobre la arena, le encajó el cuerno en el tórax y corazón, lo desprendió del piso y en un episodio patético lo levantó con facilidad y luego de haberlo dejado de pie, desenvainó el cuerno. Todavía dio traspiés el desgraciado artista, pero a los pocos pasos cayó para no levantarse más.

Recientemente en Calafia casi se dio un caso que desmentiría eso de que el toro muerto ya no produce daño. El cuadrillero Feliciano Castellano, quien suele hacer la suerte de la brincolina (por cierto, invento de Román López), cuando arrastran al toro rumbo al destazadero, casi era cornado por un toro muerto.

Sucedió así: La cuadrilla de caballos galopantes arrastraba al toro muerto y el guía Feliciano, obligado a correr a la misma velocidad, usualmente aprovecha el momento para divertir a la afición brincando la cadena lateralmente. Es un numerito que le ha salido varias veces. Pues bien nuestro amigo, llevando las riendas corría divirtiéndonos con la brincolina, como es su costumbre, pero dio un traspiés y por poco termina en el suelo. En ese caso el toro, que venía siendo remolcado a unos diez kilómetros por hora, le hubiera metido el cuerno en el cuerpo porque el cuadrillero hubiera caído precisamente en el camino del arrastre mortal. Poco más y aparece en el anecdotario de Calafia, como uno que, no siendo torero, resulta herido por un toro de lidia que además, estaba muerto.

En la última corrida del año, durante el mano a mano Zotoluco–Barrera, el toro Contador que le correspondía al español, hizo lo necesario para que el picador Bonilla pasara al anecdotario de Calafia, pues lo derribó tres veces. Dos de ellas, con todo y caballo, y la intermedia, cuando el del castoreño trataba de montar. Un empujón inesperado aventó al jamelgo en contra del picador cuando éste trabajosamente abordaba el caballo. Rodó por segunda vez al suelo. Posteriormente pudo montar, pero el toro, bravo como los de Chafic acostumbran ser, lo abatió de nuevo. Tres y van cero.

Un caso que terminó en tragedia fue el del francés que toreó varias veces en Calafia, Nimeño II. Como recordarán los aficionados este torero sufrió una fractura de columna en una corrida de toros, me parece que en España y quedó paralizado de la cintura para abajo. Estuvo en penosa silla de ruedas algunos meses y luego, el hombre que se jugó la vida valientemente en todas las plazas del mundo taurino, sin haber dado muestras de pavor cuando caminaba ante los toros, tuvo miedo de llevar una vida flácida y se dio un escopetazo.

Uno de nuestros escritores Jaime Torres Bodet, que por cierto se suicidó, dijo ( y cito de memoria): ¿Es el suicida un cobarde que tiene un momento de valor, para quitarse la vida? o ¿ Es el suicida un valiente que tiene un momento de cobardía?

Nimeño II se suicidó con volándose la cara porque tuvo miedo de la vida de inválido. También Juan Belmonte, cuyo personalidad nos obliga a hablar de una forma de torear antes de Belmonte y otra después de Belmonte, se suicidó por desprecio o temor a una vida incierta. En estos casos, ambos dieron muestra de valentía frente a los toros, pero cuando se suicidaron ¿Tuvieron un momento de cobardía frente a una vida insulsa ?

La invalidez, como consecuencia de un percance frente al toro, es una amenaza real que enfrenta cualquier torero. Si los toreros que se retiran, como dice Conchita Cintrón, vuelven porque extrañan el miedo, ¿Los toreros inválidos que lo hicieron, se suicidaron por lo mismo?

Dice Albert Camus que el suicidio es realmente el único acto de libre albedrío que tiene el hombre. Entonces, quien se suicida no huye de nada, sino que busca librarse de todo.


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